Quentin Tarantino se ha dado un baño de masas en Barcelona. Una estrella del cine que se ha presentado ante un Teatre Coliseum lleno de fans y cinéfilos con posado de estrella del rock. El público, unas 1.500 personas, lo ha recibido de pie, entre vítores, aplausos y pancartas. Completamente entregados, no han rechistado cuando la organización les ha pedido guardar los teléfonos móviles en una funda precintada hasta el final del acto. Tarantino, eso sí, ha rehuido de cámaras, fotografías y preguntas. El director estadounidense ha presentado su último libro, Meditaciones de Cine, y ha reflexionado durante casi tres horas sobre las películas que han marcado su vida, obra y trayectoria. Reflexiones que este domingo por la tarde ha compartido con los asistentes; una charla de café para cafeteros, para amantes del cine, y con guiños a la industria española: con elogios a La novia ensangrentada, de Vicente Aranda, La Residencia de Narciso Ibáñez y a Soledad Miranda, Tarantino ha sabido cómo ganarse al público. Y, entre sonrisas, ha confesado que desde pequeño es aficionado al cine gore y violento, y que solo hay una película que considera demasiado dramática para él: Bambi. «No podía imaginar que fuera a pasar algo así, que fueran a disparar a la madre de Bambi. No lo esperaba, no lo vi venir, de ahí lo chocante. Yo había visto antes el póster y di por hecho que todo sería feliz entre los animalillos y no que se convertiría en esa realidad distópica en que Bambi se queda húerfano», ha explicado el director. Tarantino también ha contado que su madre le dejaba ver desde muy pequeño películas recomendadas solo para adultos: «Sí, de niño vi muchas imágenes perturbadoras, supongo. Pero lo disfrutaba. No entendía muy bien qué pasaba en escenas como violaciones o torturas, pero lo entendía por contexto». En su primer libro de no ficción también revela que vio sus dos primeras películas porno en el cine con tan solo 14 años o que el novio de su madre, afroamericano, le llevaba a un cine donde era el único blanco y en el que vivió un agitado pase de la película Pólvora negra de Jim Brown. «Fue posiblemente la experiencia más masculina de la que había formado parte jamás», recuerda en el libro en referencia al alboroto con el que se celebraban las escenas en el patio de butacas, una sensación que siempre ha querido «recrear» para los demás desde su cine. El acto ha terminado con una lectura, en voz del propio Tarantino, de un capítulo de su libro, y con los asistentes deseosos de conocer todos los secretos, que no ha querido revelar, de su última —y décima— película, The Movie Critic, que se empezará a rodar este año. Quedará esperar si, como él ha dejado entrever en más de una ocasión, la décima pondrá punto y final a su trayectoria como director de cine.