Un desastre total no será
"Por supuesto, cuando tenemos ante nosotros un desastre total de verdad, nuestro estilo de pensamiento blando nos impide prestarle una rápida atención"
Un desastre total no será
Galicia
Entre las infinitas cosas que ya no son lo que fueron, una muy destacada es el desastre total. La merma de su prestigio es notabilísima, no menor que la de beber agua con azúcar o aquellas pulseras de cobre que curaban la artritis. Dices «desastre total» y a poca gente le cambia la cara. No es solo que la misma expresión «desastre total» haya perdido brío, es que ya todo el tiempo, en cualquier esquina, la gente denuncia un desastre total. Hasta que alguien haya hecho un chiste con que la Virgen del Rocío lleva doscientos años sin follar como dios manda acarrea un desastre descomunal. No quiero pensar qué pasaría si contase que un amigo se masturbó una vez pensando en la Virgen María, por probar de todo un poco. Pero prefiero no contarlo, para no ahondar en la banalización del desastre. Por supuesto, cuando tenemos ante nosotros un desastre total de verdad, nuestro estilo de pensamiento blando nos impide prestarle una rápida atención. No será tan grave que tengamos que madrugar o apartar la vista del teléfono para atender a los problemas de los demás, como en aquella escena de Scoop, cuando Woody Allen dice aquello de «estaba en el salón, he oído que te ahogabas, así que he acabado mi té con pudding y he venido enseguida»