Éxitos Relativos

La explosión de la nave espacial Starship, propiedad de Elon Musk, fue un éxito prodigioso, según la compañía. Pero prodigioso. Qué duda cabe. El cohete que la propulsaba era el más potente de la historia, así que el éxito es aún más rotundo. La explosión se produjo a eso de las tres y media de la tarde en España, que, según mis cálculos, es un ahora buenísima para saltar por los aires. Más éxitos, pues. Tres días antes de la triunfal voladura ya había habido un intento de lanzamiento, cuando una válvula defectuosa frustró el despegue. Es decir, el éxito se venía venir de lejos. La nave en la que Musk pretende trasladar a cien personas a la Luna y Marte dentro unos años, explotó a treinta y pico kilómetros de la superficie terrestre, después de un vuelo de unos pocos segundos, en el momento que el cohete se desacoplaba. La compañía lo denominó «desintegración no programada», lo que constituye un éxito del lenguaje. El mayor éxito, como se ve, es decir que todo fue un éxito En este sentido, también es un éxito la sequía de Doñana, e incluso la muerte de mis abuelos. No saber ya qué es una mala noticia o un fracaso es la gran victoria de nuestra época. Disfrutémosla antes de que explote y se acabe.