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La actividad física contrarresta parcialmente el riesgo genético del alzhéimer

Este análisis científico demuestra que la práctica de actividad física es más protectora en estadios iniciales de la enfermedad en aquellos individuos que presentan ese factor de riesgo

Participantes corren por la Gran Vía durante el Gran Premio Internacional de Marcha / Juan Carlos Hidalgo (EFE)

Una investigación internacional, liderada por científicos de la Universidad Complutense de Madrid, demuestra que hacer ejercicio, de forma moderada, tiene una capacidad protectora, que no llega a eliminar del todo esta grave enfermedad neurodegenerativa, pero sí contribuye a retrasar el inicio de los síntomas en las personas con riesgo genético para el al alzhéimer.

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Por primera vez, una investigación aglutina el conocimiento científico sobre la actividad física y su relación con un marcador genético en el alzhéimer, la proteína “ApoE4”.

La buena noticia es que este análisis científico demuestra que la práctica de actividad física es más protectora en estadios iniciales de la enfermedad en aquellos individuos que presentan ese factor de riesgo.

Sin embargo, según los resultados publicados en la revista especializada “Alzheimer's Research & Therapy”, una vez que el cerebro acumula mayor carga de amiloide y factores de inflamación, se reduce la capacidad protectora del ejercicio físico, si bien no llega a eliminarse.

“En cualquier caso, parece que la actividad física sí podría contribuir a retrasar el inicio de la sintomatología clínica en individuos portadores de este factor de riesgo genético”, apunta Jaisalmer de Frutos Lucas, investigadora del Departamento de Psicología Experimental, Procesos Cognitivos y Logopedia de la UCM.

La ineficiencia en el transporte de lípidos que provoca la presencia de ApoE4, unida a la sobreactivación de la respuesta inmune cerebral, limita la capacidad de la actividad física para ejercer su efecto protector en la generación de nuevas neuronas, nuevas conexiones neuronales y la reparación del daño neuronal y vascular en el cerebro.

Ejercicio físico como terapia

Para llevar a cabo este estudio, se realizó una revisión exhaustiva de los estudios existentes acerca de cómo la actividad física, y la presencia del factor de riesgo genético APOE E4, individualmente y combinados, afectan a una serie de mecanismos moleculares implicados en la neuropatología tipo Alzheimer (acumulación de proteína amiloide y tau, resiliencia neuronal y neurogénesis, función lipídica y alteraciones cerebrovasculares, respuesta inmune cerebral, metabolismo de la glucosa).

“En ausencia de una cura podemos al menos plantear la posibilidad de combinar diferentes estrategias de intervención, farmacológicas o no, con programas de ejercicio para que se potencien los beneficios de la actividad física”, destaca Alejandra García Colomo, también investigadora de la UCM.

Javier Gregori

Javier Gregori

Periodista especializado en ciencia y medio ambiente. Desde 1989 trabaja en los Servicios Informativos...

 
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