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Sociedad

"El Matamendigos" y el derecho penal

En los 80, un asesino en serie se hizo eco por sus atroces crímenes cargados de necrofilia y canibalismo

"El Matamendigos" y el derecho penal

"El Matamendigos" y el derecho penal

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Existe en España un caso parecido al de Jeffrey Dahmer, "el carnicero de Milwaukee". Se trata de Francisco García Escalero, conocido como "el Matamendigos".

Nacido en el 1954, su niñez es de vital importancia. De niño vivió junto a su hermano mayor entre las chabolas de un barrio madrileño a 200 metros escasos del cementerio de la Almudena. Fue un niño extravagante, sin amigos retraído y de carácter sombrío y callado. Apenas sin escolarizar. Con una educación nula y un comportamiento que lo hacía pasearse por entre las tumbas por las noches y con un padre violento que le pegaba palizas cuando hacía esto, creció y fue forjando su agrio y violento carácter.

Francisco sufría frecuentemente impulsos suicidas y trató de quitarse la vida en sendas ocasiones tirándose contra coches que pasaban cerca de él. Los intentos de suicidio eran seriamente castigados con duras palizas por parte de su padre. Por sus intentos suicidas acabó a los 16 años en diferentes pabellones psiquiátricos, que compaginaba con la calle donde subsistía realizando robos pequeños.

En otro orden cosas de adolescente empezó a con frecuencia a masturbarse frente a mujeres y parejas a los que espiaba.

Fue en el año 1973 cuando es ingresado en un reformatorio por haber realizado el robo de una motocicleta. Estaría ingresado allí hasta los 21 años. En esos momentos comete su primer delito importante: entre varios amigos atracan a una pareja cerca del cementerio de la Almudena y violan a la mujer en presencia de su novio. Será condenado a 12 años de prisión por estos hechos. Ya en la cárcel decide tatuar todo su cuerpo con frases como "Naciste para sufrir".

Vivía en situación de marginación: sin formación, sin trabajo, sin apoyo asistencial, familiares (sus padre falleció) y amigos. Hubiera necesitado apoyo médico, farmacológico y psiquiátrico constante, conciencia de su enfermedad y ayuda asistencial.

Sale de la cárcel en 1984 con 30 años sin tener ningún apoyo exterior, ni trabajo, ni familia, ni amigos. Sin ingresos ni nada que hacer comienza a mendigar para subsistir en la zona de la Almudena. Y es en esta etapa caracterizada por la ingesta de pastillas y litros de alcohol.

La niñez y la adolescencia ¿factor clave de comportamientos criminales?

La sociedad debe ser consciente que hay un sector de la sociedad que empieza su vida con unas cartas muy difíciles. Los que hemos tenido la inmensa suerte de tener otra vida debemos de ser conscientes de nuestro privilegio y tener la sensibilidad necesaria para pedir que el Estado tenga mecanismos eficaces para tratar de corregir estos desequilibrios.

Los crímenes

Francisco cometió 11 crímenes. Para su primer crimen elige a una joven toxicómana y que se dedica a la prostitución en Madrid. En agosto de 1987, Paula aparece en las afueras de la capital española sin cabeza y calcinada. La cabeza apareció en un pozo.

También en agosto del 87. Toma alcohol junto con otro mendigo. Le golpea con una piedra, le deja herido, le acuchilla hasta la muerte y después rocía con la gasolina que portaba el colchón y el cuerpo de Juan Pablo prendiéndole fuego.

Pasarán 9 meses, cuando en marzo de 1988, Escalero vuelve a actuar. En esta ocasión apuñala por la espalda y le aplasta con una piedra la cabeza a un mendigo. También le acuchilló pero no le decapitó. Más tarde en marzo de 1989, otro mendigo: golpe en la cabeza, cuchilladas y vísceras sacadas. Además intenta decapitarlo y le quita la yema de los dedos.

En mayo del 89 va creciendo su crueldad. Asestó a la víctima un corte en el cuello de atrás hacia adelante, que seccionó la carótida izquierda, lo que provocó una hemorragia intensa que le ocasionó la muerte. No obstante lo cual y hallándose aun la víctima con vida le seccionó el pene y se lo puso en la boca, después procedió´ a prender fuego con gasolina el cuerpo de la víctima.

Entorno al invierno de 1.990 o 1.991, otro mendigo; piedra en la cabeza para atontarle seguidamente en la espalda un cuchillo hasta que le produjo la muerte. Posteriormente le seccionó la cabeza con el cuchillo y extrajo diversas vísceras y órganos del cuerpo de la víctima, para aligerar el peso del cuerpo y así´ poder trasladarle y arrojarle a un pozo existente en el lugar donde luego apareció.

1992: otro mendigo. Muy similar al anterior, además apuntó un dedo para sustraer un anillo y en septiembre del 91; mismo modus operandi, pero aquí en vez de tirar su cuerpo a un pozo le prendió fuego.

En junio de 1993: agredió sexualmente a una mujer y después la golpeó varias veces en la cabeza con una piedra creyéndola muerta la abandonaron en el lugar pero la mujer afortunadamente sobrevivió. Más tarde en julio de 1993 otro mendigo; piedra cabeza y quemó el cuerpo.

Por último septiembre del 93: mendigo asesinado de un golpe y cuerpo quemado.

La investigación

Fue muy difícil y más en esa época. Pero existían una serie de rasgos comunes. Las víctimas eran mendigos/prostitutas de zonas con altísima marginación. Hay cierto patrón en las muertes. Además, las víctimas no tienen a nadie. Es muy difícil reconstruir con quien están, quiénes son su circulo. Para la sociedad muchas veces son invisibles y eso favorece la impunidad. La vulnerabilidad de una víctima favorece una mayor impunidad

También cada cierto tiempo, se saltaba la tapia del recinto para profanar tumbas, sacar algunos cuerpos y abusar sexualmente de ellos. Detrás de aquellas agresiones se escondía una sexualidad atormentada. De hecho, la Policía lo pilló varias veces con las manos en la masa y lo envió al Hospital Psiquiátrico Provincial de Madrid pero, al poco tiempo, volvían a dejarlo salir.

Una de ellas fue el 15 de diciembre de 1990, cuando Francisco explicó a los médicos que tenía la necesidad de matar. Nadie lo creyó y continuó asesinando mientras las autoridades buscaban a otro culpable.

Esto en contra de lo que puede parecer es relativamente frecuente. Personas con trastornos mentales que tienen gran afán de protagonismo y se confiesan autores de crímenes que no han cometido.

El descubrimiento

Hasta que en septiembre de 1993, pocos días después del último asesinato, intentó suicidarse abalanzándose sobre un coche en marcha. Las mismas voces que escuchaba para matar también le indicaron que tenía que matarse. Tan solo se rompió una pierna.

Durante su estancia en el Hospital relató a las enfermeras el último de sus crímenes. Daba detalles muy concretos de algo que acababa de suceder y eso extrañó al personal sanitario que por fortuna informó a la policía. Una vez personada la policía Francisco lo confesó todo.

A lo largo de su relato, ‘El Matamendigos’ se mostró impasible, frío, apático, sonriendo con timidez y mirando fijamente a sus interlocutores pese al estrabismo de su ojo derecho. Su cuadro clínico concluía que a sus 39 años sufría de esquizofrenia, alcoholismo crónico, manía depresiva y necrofilia. Todo ello acompañado de alcohol, drogas y una “fuerza interior”, despertaban en Escalero un imparable instinto asesino.

¿Fue la confesión suficiente?

Nuestra ley dice: 406 LECRIM: “ La confesión del procesado no dispensa de la obligación de practicar todas las diligencias necesarias a fin de adquirir el convencimiento de la verdad de la confesión y de la existencia del delito”.

Francisco confesó más crímenes pero el M. Fiscal consideró que algunos no estaban claros que les hubiera cometido él.

Las pruebas

Los médicos forenses no tenían motivos para dudar de la verosimilitud de su testimonio, así que señalaron que a su juicio, el testimonio era globalmente sincero, sin posibilidad de distorsión, ya que narraba los hechos con frialdad sin vanagloriarse.

Además su relato ante la policía prestado también con todas las garantías, ha sido corroborado por datos objetivos tales como el hallazgo de los cadáveres en los lugares por el señalados siendo precisamente su confesión lo que ha facilitado la investigación y esclarecimiento de los hechos, los informes de autopsia de las victimas que así mismo ponen de relieve la existencia de lesiones en los cadáveres que se corresponden con los descritos por Francisco.

Además en el plenario depuso Carmen la única victima sobreviviente y que reconoció al autor.

Trastornos y consecuencias

Francisco tenía un diagnóstico múltiple: esquizofrenia en grado máximo: llegó a decir un médico forense que era el paradigma de la locura la que sufría Francisco. Además sufría alcoholismo crónico, trastorno de la inclinación sexual, necrofilia, episodios de intento de suicidio..., a lo que hay que añadir los problemas derivados de su marginación social, al haberse convertido en un sin techo, un mendigo que pide por las Iglesias.

Sufría trastornos de la percepción: alucinaciones que le llevaban a elaboraciones delirantes, y en concreto alucinaciones auditivas. Francisco creía oír voces imperativas que le decían lo que tenia que hacer y le obligaban a ello, son impulsos violentos, desenfrenados que le llevaban a ejecutar de forma automática e irreflexiva las ordenes que él creía recibir.

Francisco explicaba que esos impulsos eran con una fuerza que le sube de repente a la cabeza y le lleva a pasar inmediatamente a la acción. Estos impulsos lógicamente surgen con más intensidad y están favorecidos por el consumo de alcohol y sustancias psicotrópicas como el Rohipnol produciéndose así´ una mezcla explosiva.

La dificultad de la esquizofrenia es que presenta muchos y variados síntomas pero ninguno es específico de ella, sino que también pueden estar presentes en otros trastornos mentales. Además, los síntomas en su mayor parte son subjetivos, es decir, sólo el paciente los experimenta, con lo cual no pueden ser comprobados y necesitan ser verbalizados por quien los padece.

La condena

El M. Fiscal acusó de 11 delitos de asesinato/uno de ellos en tentativa (de la mujer)/delito de agresión sexual con la denominación de aquel momento (era el anterior Código penal).

Se solicitó la absolución del acusado por considerar que no tenía facultad para comprender los hechos por haber actuado en estado de enajenación mental. Solicitó que en su defecto se acordaría un internamiento psiquiátrico para tratar sus padecimientos. La audiencia provincial de Madrid finalmente apreció esa enajenación mental y absolvió al acusado y ordenó que ingresara en un psiquiátrico.

El tribunal ordenó su reclusión bajo tratamiento sanitario en el psiquiátrico penitenciario de Fontcalent (Alicante) donde, cada seis meses, informaban sobre la evolución del reo. La única manera de salir de allí era curándose y con todas las patologías que tenía, los médicos lo daban por casi imposible.

Llegamos a la conclusión de que no podemos exigir una responsabilidad penal a una persona que entendemos que o bien no sabía lo que hacía o bien no podía dominar su conducta por los padecimientos que sufría. Por eso no le podemos condenar. Pero por otro lado esta persona está en condiciones y situación de hacerse daño a si mismo y de seguir haciendo daño a terceros por eso debe ir a un establecimiento psiquiátrico y cerrado.

Tratamiento ambulatorio

Se tiene que valorar lo idóneo teniendo en cuenta dos factores: las circunstancias personales del afectado/peligrosidad criminal. En este caso concreto así se pidió. Se llegó a la conclusión de que para que Francisco estuviera estable era necesario:

Un tratamiento eficaz con neurolépticos y a que se mantenga un estricto control de sus ingestas de alcohol, lo que obviamente no podrá´ llevarse a cabo estando en tratamiento ambulatorio.

Francisco ha estado en el curso de estos hechos en tratamiento ambulatorio en varias ocasiones, habiéndolo abandonado con facilidad, lo que se ve favorecido por su situación de marginación social, no tomando la medicación y retomando el consumo de alcohol

Muerte de "el Matamendigos"

El 19 agosto de 2014, el temido asesino en serie de indigentes murió al atragantarse con un hueso de ciruela en su celda, una noticia que apenas tuvo trascendencia mediática.

 
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