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Patrick Radden Keefe retrata en 'Maleantes' la vida de 12 asesinos, rebeldes y estafadores

El periodista y escritor publica 'Maleantes', un conjunto de ensayos sobre grandes villanos del mundo como el Chapo Guzmán o Trump

Patrick Radden Keefe / CEDIDA

Patrick Radden Keefe se ha convertido en uno de los exponentes del periodismo de calidad. En sus libros, El imperio del dolor, donde abordaba los abusos de la familia farmacéutica Sackler, creadora de la epidemia de opioides en Estados Unidos, o en No digas nada, donde revisaba el pasado reciente del IRA, aborda el periodismo de fondo. Ese que requiere años de investigación, que acumula documentos de todo tipo, fuentes y entrevistas y, por supuesto, una mirada capaz de elegir aquello que afecta a la población para convertirlo en una historia de éxito. Ahora vuelve con Maleantes, editado por Reservoir Books, un libro con perfiles de investigación de grandes villanos recientes.

Doce perfiles de estafadores, truhanes, asesinos, rebeldes, facinerosos y pícaros que saben que lo son, lo asumen y viven su vida a contracorriente. "Siempre siento empatía. A veces también simpatizaba con los Sacker", reconoce el autor. "Lo que hago es humanizar a la gente mala, convertirlos en seres humanos. Nadie nace malo, algo pasa en la sociedad y ellos se transforman. Lo interesante es atender a qué hace que alguien se pase a hacer el mal. Además, la gente mala no piensa en ellos como alguien que está haciéndolo mal", insiste. Si escribes una película y hay un villano, tienes que tener en cuenta de que ese villano no es consciente de que lo es. Es distinto a lo que pasa con los héroes. Lo que intento es entender cómo esta gente se ve a sí mismo. No es que busque justificar lo que hacen, pero yo no soy un cura. El rol del periodista no es juzgar, no se puede tener una moral altiva cuando se mira a este tipo de gente. Lo más difícil es entenderlos y buscar cosas en común".

En esos relatos periodísticos, el autor explora los límites, a menudo imperceptibles, entre lo legal y lo ilegal, a través de doce retratos reales protagonizados por maleantes de mediomundo. Uno de ellos es el Chapo Guzmán, quien logró escapar de una prisión de alta seguridad pero que al final fue condenado a cadena perpetua. El mexicano pidió al escritor que firmara su propia biografía, algo a lo que el autor se negó. Lo suyo es investigar, buscar los ángulos oscuros, las cuestiones secretas. "Muchas veces no tenían otra salida. Es lo que decía El Chapo, que creció pobre, entre montañas y solo podía cultivar amapolas y vender heroína. No tenía otras alternativas, además explican cómo cuando ganaron dinero se ocuparon de su comunidad. Creen que son los buenos, realmente. Hay un autoengaño que también estaba en los Sackler, perosnajes que encajarían muy bien en este libro", dice sobre la familia de farmacéuticos a los que desnudó en El imperio del dolor.

También aparece un delincuente holandés temible, William Holleeder y los esfuerzos de su propia hermana para lograr su encarcelación. Holleeder, en 1983, fue condenado a once años de prisión por secuestrar al presidente de Heineken, Freddy Heineken y en 2019 fue declarado culpable de cinco asesinatos. Su hermana vive escondida desde hace muchos años, temerosa de que él ordene que la busquen y ejecuten. Escribe sobre "la abogada del diablo", la letrada Judy Clarke, que ha defendido, con éxito, de la pena de muerte a criminales como el terrorista de la maratón de Boston, Unabomber, uno de los secuestrador del complot del 11 de septiembre o al hombre que mató a media docena de personas en un centro comercial en 2011. Hay un agente de la D.E.A. en plena cruzada contra un traficantes de armas más potentes del mundo. "La idea era juntar estas historias reales, que llevan una investigación, que pueden sumergirte en sus vidas y en sus crímenes. Es un libro sobre grandes personajes. Gente con carisma, con un deseo inmenso y que han hecho mucho daño rompiendo la ley", explica.

Entre todos los villanos, falta quizá el rostro que ha encarnado el mal en el país del autor, Estdos Unidos. Hablamos de Trump. "En realidad, sí hay un capítulo sobre Trump, pero indirectamente. Hay mucha gente en Estados Unidos que escribe sobre él todo el tiempo, es como una obsesión. Era un poco difícil para mí, por tanto, acercarme a él. Además, creo que la prensa le ha dado oxigeno y, de alguna manera, ha sido cómplice, incluso la prensa a la que no le gusta Trump. Yo trato de mirar desde otro ángulo", se justificaba el escritor que dedica un capítulo al productor de televisión Mark Brunett.

Fue el hombre que supo sacar a Donald Trump de la mofa, tras hundir su propia empresa y ser una caricatura en la ciudad de Nueva York, a que se convirtiera en presidente de Estados Unidos. Conocido como el rey midas de los reality show, Brunett creó títulos como Suvivor o The Apprentice, el reality en el que un grupo de hombres y mujeres de negocios competían para hacerse de un lugar en el organigrama de una de las empresas de Donald Trump. "Burnett no quiso hablar conmigo. Es algo que suele ocurrirme cuando escribo de personas polémicas. Pero tenía dos ex mujeres que sí lo hicieron. También muchos ex trabajadores en ese programa. Muchos sentían una especie de culpa por haber ayudado a crear esta imagen de Trump que tenemos, como alguien en realidad inteligente, responsable y bueno en los negocios. Ese es el relato que se vendió a al gente y muchos se arrepienten de ello". Sin la confección del personaje por parte de Burnett para los objetivos de su show, dice Patrick Radden Keefe en el libro, Trump no habría llegado a ser presidente de Estados Unidos.

Otro personaje que aparece en Maleantes y que tiene mucho que ver con eso del relato mediático es el banquero Hervé Falciani, técnico informático, que reveló los datos secretos de un banco de Ginebra, donde muchos empresarios y banqueros europeos lavaban dinero negro. Ahí se encontraron cuentas de españoles como Emilio Botín o hoy en libertad, por hacer el bien, o el mal, según quien mire sus acciones. Falciani era visto como "el Snowden de los bancos suizos", relata Keefe, pero al poco de hablar con él se dio cuenta de que "era un impostor, parecía que fabulara, y concluí que era un ladrón que quería comerciar con esos datos".

Insiste mucho el autor en no juzgar a los personajes, sino los actos que cometieron y en entender por qué. Es lo que intentó tras entrevistar a la hija de uno de los villanos, el Príncipe de Marbella, Monzer al-Kassar, un mafioso traficante de armas afincado en el sur de España y con total inmunidad. "Una chica que creció en España, que vive de una manera occidental, parecía una chica normal. Me habló del juicio de su padre y cómo cuando fue a Nueva York y vio el Centro de Detención. Creo que su padre es una persona terrible, responsable de hechos terribles, pero lo que hace interesante la historia y lo que hay detrás de este villano es cierta humanidad". Sobre este mafioso, explica el autor es como un villano de Bond. "El gobierno americano trata de detenerlo, pero no lo consigue, es como un malo de Bond. La razón de que se salga con la suya es que tiene conexiones y amistad con la inteligencia española y americana", confiesa.

Todo ello no deja de ser una reflexión sobre temas que invaden a la sociedad, como el poder, el mal, el crimen o la corrupción. Un trabajo complicado pues implica desenmarañar no solo el crimen, sino la mentira, gran enemigo del periodismo de calidad. Sin embargo, el escritor y periodista también da cabida a aquellos que se enfrentaron a los malos. La rebelión de personajes buenos, capaces de parar al mal. "La última historia no es un de criminal, sino de alguien a quien admiro mucho y del que he leído mucho", se refiere al capítulo que dedica al cocinero, un ensayo de 2017 sobre su ascenso meteórico. Keefe captura la energía y la creatividad frenéticas de Bourdain, así como su lucha contra el abuso de sustancias. Bourdain se quitó la vida un año después de la publicación del ensayo. "No era delincuente, lo conocí, estuve escribiendo durante un año sobre él, pero siempre se consideraba un forajido, porque viajaba por todo el mundo y conocía a gente distinta con su banquete móvil".

"Intento encontrar un tema para mi próximo libro, pero creo que no ha habido algo tan importante y duro como la crisis de los opioides. Tenía todos los ingredientes además para una buena historia. Estoy buscando, pero no es fácil", reconocía el autor, que se reía a la propuesta del editor de Reservoir Books de escribir sobre la realeza española.

Con influencias de ese Nuevo Periodismo de Tom Wolfe o de Guy Talese, Radden Keefe consolida su estilo y también un género, el reportaje largo, ese que suele aparecer en revistas de calidad, como el New Yorker. "Escribí en el New Yorker casi unos 22 años. Mis últimos libros recientes crecieron a partir de artículos de esa revista. Lo que yo siempre he querido ser en la vida, desde el colegio, era escribir en esa revistas, que leía en la biblioteca sobre historias reales". Revistas que homenajeaba en su última película, La crónica francesa, el director americano Wes Anderson. Un periodismo que cuida los detalles, que dedica tiempo a la investigación y que obvia el fragor de las redes sociales. Un periodismo en peligro de extinción. "Creo que existe la demanda de consumo de este tipo de historias, pero es verdad que todos en el New Yorker temblamos con la posibilidad de que un artículo tan largo se leyeran en los móviles. Sin embargo, soy optimista, hay gente deseando estas historias, estos artículos. Sé que soy un privilegiado. Si quiero viajar a París a entrevistar a alguien, mis editores me pagan el vuelo, tengo mucho tiempo para escribir un solo artículo. Lo que me preocupa es que no haya dinero para pagar este tipo de periodismo, porque creo que el reporterismo es importante y yo voy a seguir aprovechando hasta que pueda", defendía la profesión.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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