Las consecuencias del fin del acuerdo de exportación del grano ucraniano
Hoy acaba uno de los grandes éxitos diplomáticos de esta guerra, el acuerdo de cereales del Mar Negro, que permitía a Ucrania exportar grano para los países emergentes y evitar una hambruna generalizada
Madrid
Terminado el acuerdo tras el rechazo de Moscú, Ucrania no podrá enviar grano por el Mar Negro. Los barcos que trasladen lo poco que se pudiera exportar serían disparados, y sin permiso de Rusia, las compañías navieras no van a enviar buques a una zona de combates. Por tierra, la cantidad de vagones necesarios para sacar el grano de los silos ucranianos no es asumible ni suficiente, y aunque en este periodo se han habilitado silos térmicos para mantener el grano seco y utilizable, lo cierto es que la infraestructura no permite esa distribución.
Por su parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, lamentó la decisión rusa y aseguró que "será un golpe para los necesitados en todas partes". Guterres, en declaraciones a los periodistas, recordó que en los últimos días escribió al presidente ruso, Vladímir Putin, con propuestas para mantener viva esta iniciativa y se mostró "profundamente decepcionado" de que éste las ignorara.
"En última instancia, la participación en estos acuerdos es una elección, pero las personas que lo pasan mal en todas partes y los países en desarrollo no tienen elección. Cientos de millones de personas se enfrentan al hambre y los consumidores se enfrentan a una crisis global del coste de la vida. Ellos pagarán el precio", insistió.
Alza en el precio de los alimentos
Entre medias, los agricultores europeos se quejaban que el grano ucraniano estaba desbordando los mercados y la cosecha de cereal europeo ya no tenía cabida. La Unión puso restricciones a la importación desde junio, y ahora que empieza una nueva recolección de grano y cosecha de cereales, tanto en Ucrania como en Rusia. El fin de esta acuerdo puede tener consecuencias catastróficas, tanto en el almacenaje como en la falta de cereales para países africanos, y podremos volver a ver un alza en el precio de los alimentos.
Ucrania es el granero de Europa y uno de los mayores suministradores de cereales del mundo. Al inicio de la invasión rusa de Ucrania muchos países temían que el hambre fuera su compañero de batalla, porque los barcos no podían salir de Odessa cargados de granos. Según el informe del Programa Mundial de Alimentos, con el grano ucraniano se alimentan 400 millones de personas en todo el mundo, con especial incidencia en África y Oriente Medio.
Esa invasión y guerra ya había provocado que los precios de los alimentos subieran incluso antes de materializarse la invasión, pero tras la guerra, decenas de barcos con millones de toneladas de grano estaban atrancados sin poder distribuir el cereal.
La Unión Europea y la ONU hicieron llamadas a la sensatez, pidiendo que los barcos pudieran seguir exportando grano desde Ucrania para evitar que un conflicto focalizado pudiera tener un efecto catastrófico en el hambre del mundo.
Se llegó a un acuerdo entre Rusia y Ucrania, con la mediación de la ONU pero sobre todo con el buen hacer de Turquía, que no solo se ofreció de mediador, sino que actuaba de auditor de los barcos, confirmando que los buques solo trasladaban grano. Se podía exportar por los puertos ucranianos del Mar Negro, aunque la zona estuviera controlada por Rusia. El puerto de Pivdennyi o el de Odessa se convirtieron en el punto de salida de un corredor hacia una base Turca.
Este acuerdo consiguió que no se dispararan los precios de los cereales y como consecuencia indirecta, tampoco el de los alimentos. Han salido de Ucrania mas de 30 millones de toneladas de grano y otros productos del campo con el beneficio que reporta eso a los países más pobres, porque el 64% de este trigo va destinado a países en desarrollo.
El maíz, por el contrario, fue mitad y mitad para países en desarrollo y otros ya desarrollados. Desde marzo, el flujo de salida de trigo, centeno y cebada, se han reducido sensiblemente, mientras que el maíz se mantenía, pero se mandaba por igual a los países ricos que a los pobres, y Rusia protestó airadamente. Decía que ellos seguían teniendo problemas para sacar sus fertilizantes al mundo y Ucrania no solo estaba mandando grano a los países en crisis, sino a todos los que lo pedían y ese no era el trato.
Con las presiones rusas, y los problemas subsiguientes, llevamos ya tres meses en los que apenas salen barcos con grano y las exportaciones han caído un 70%, con los barcos también renuentes a hacer rutas inseguras, además de las regulaciones severas sobre el paso de los barcos.
Rusia lleva meses denunciando que sus productos agrícolas y sus fertilizantes no pueden exportarse por las sanciones de occidente, en cambio tiene que dejar que salga el grano ruso, así que ha estado obstaculizando esas exportaciones hasta dar por finiquitado el acuerdo hoy. Entre medias, ha usado estos dos meses para advertir que el acuerdo caduca si Rusia no obtiene nada a cambio.
La comunidad internacional ha estado estudiando levantar algunas sanciones interbancarias del SWICHT a Rusia, pero no han llegado a ningún acuerdo. Además, Putin ha denunciado que occidente se queda con una buena parte del grano ucraniano (el maíz) y solo un tres por ciento de las exportaciones de grano ucraniano, llega a los países que realmente lo necesitan.
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Victoria García
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