Millones de niños siguen necesitando ayuda urgente seis meses después del terremoto de Turquía y Siria
Miles de menores de edad están recibiendo ayuda psicológica para poder superar el trauma provocado por el seísmo y sus réplicas
Musa, de seis años, estaba dormido en Jandairis, Siria, cuando el pasado mes de febrero tembló el suelo bajo sus pies. En ese momento se desencadenaba un terremoto que dejó cerca de 60.000 muertos y 121.000 heridos en Turquía y en su propio país, cifra que podría ser mucho mayor ya que en el caso sirio es muy difícil verificar los datos por el propio desgobierno de la zona afectada.
El techo de la casa de Musa se derrumbó sobre él y su familia y uno de sus hermanos murió en el acto. Poco después pasó a vivir en una tienda de campaña como centenares de miles de personas que lo perdieron todo. Seis meses después, y con los ojos del mundo puestos en otros lugares y otros conflictos, aún centenares de miles de niños y niñas siguen necesitando ayuda urgente para poder sobrevivir cada día. Casi cuatro millones de menores se vieron afectados por el terremoto y sus réplicas.
| Especial Terremoto | Un ladrido, una vida
"Casi 3 millones de personas han necesitado refugios temporales o contenedores habilitados", nos explica Oben Çiban, director de Relaciones Exteriores de Save the Children Turquía. Espacios temporales que, según nos describe, en muchos casos carecen aún de la capacidad sanitaria mínima para poder vivir dignamente en ellos.
Çiban nos habla de la necesaria ayuda externa que sigue necesitando Turquía, y como pone ejemplo a Corea del Sur, país que se ha ofrecido a construir residencias temporales para los afectados.
Queremos atender a medio millón de personas. La crisis está muy lejos de terminar
— Oben Çiban, director de Relaciones Exteriores de Save the Children Turquía
"Hemos logrado rehabilitar escuelas y el propio gobierno ha instalado espacios prefabricados para sustituir a los colegios destruidos, pero la situación del sistema educativo es aún muy mala", admite Çiban. No sólo es que haya una importante carencia de material, sino incluso de lugares en los que poder impartir una clase.
Escuelas, clínicas y hospitales quedaron reducidas a escombros, por lo que se calcula que más de dos millones de mujeres y niñas no tienen acceso desde febrero a una adecuada atención sexual y reproductiva, lo que hace que los embarazos y los partos sean mucho más peligrosos que antes.
Otro golpe más para Siria
Aunque el seísmo tuvo un impacto mayor en Turquía, también en este país hubo una reacción más rápida de su propio gobierno y de la ayuda internacional. El caos interno de Siria, desangrada por una guerra civil que empezó hace más de 12 años, hace mucho más complicado tanto cuantificar el daño del seísmo como también facilitar la llegada de ayuda.
Las familias tienen que tomar decisiones muy difíciles sobre en qué gastar su dinero: en comida, medicamentos o en material escolar
— Eva Hinds, jefa de comunicación de UNICEF Siria
En Siria se une el daño del terremoto a un reciente brote de cólera, una situación económica crítica, la sequía y la escasez de combustible. "Más de 2000 escuelas sufrieron daños, miles de profesores se vieron afectados, decenas de infraestructuras sanitarias quedaron totalmente destruidas", describe Eva Hinds, jefa de comunicación de UNICEF en Siria. Esta organización ha dispuesto espacios temporales prefabricados para que se utilicen como aulas para que niños y niñas puedan seguir yendo a clase.
Los tíos paternos adoptan a la bebé milagro que nació entre los escombros tras el terremoto de Siria
Atención psicológica
Tanto UNICEF como Save the Children han desarrollado programas específicos para dar atención psicológica a los niños y niñas que aún sufren las secuelas del trauma que supone un terremoto de estas características.
"Fomentamos que jueguen, que canten y que tengan actividad física", explica Hinds, quien además describe que hay también atención específica para los padres y madres de modo que tengan herramientas con las que ayudar a sus hijos, muchos de ellos nacidos ya en plena guerra civil siria.
"Damos herramientas para que puedan expresar sus emociones, para que aprendan a pedir ayuda y puedan hacer frente al trauma que sufren", añade Hinds, quien concluye que pasado medio año empiezan a comprobar que hay niños que ya son capaces de expresar sus temores y mostrar reacciones empáticas.
Seis meses después, Musa y su familia se han alejado de la zona en la que más riesgo había de réplicas y se han trasladado a una zona de campo más segura en las afueras de su ciudad.
Musa recuerda que cinco de sus compañeros de clase murieron en el terremoto, pero el seísmo además de dejarle una profunda herida le ha permitido reforzar su sueño: quiere ser ingeniero como su abuelo y su tío.
Antonio Martín
Redactor de la sección de Internacional. Se incorporó...