Irán ha intensificado la represión ante el primer aniversario del asesinato de Mahsa Amini con la detención de disidentes, activistas y familiares de manifestantes fallecidos en las protestas del año pasado para evitar nuevas muestras de desencanto con la República Islámica. La muerte de Amini el 16 de septiembre de 2022 provocó fuertes protestas al grito de «mujer, vida, libertad» que durante meses pidieron el fin de la República Islámica y que se apagaron tras una represión que causó 500 muertos, miles de detenidos y en las que fueron ejecutados siete manifestantes, uno de ellos en público. En las últimas semanas las autoridades iraníes han intensificado las advertencias y las medidas represivas para tratar de evitar que el aniversario de la muerte de la joven de 22 años provoque nuevas manifestaciones con más reclamaciones de libertades. “En esta ocasión actuaremos con más determinación”, afirmó recientemente el jefe adjunto del Poder Judicial iraní, Sadegh Rahimi, como advertencia contra aquellos que planean “echarse a las calles con cualquier pretexto”. El alto cargo judicial además advirtió a los 22.000 manifestantes que fueron amnistiados tras ser detenidos en las protestas del año pasado que se enfrentarán al “doble” de castigo si vuelven a las calles de nuevo. Pero las autoridades han ido mucho más allá de lanzar advertencias. Docenas de familiares de fallecidos en las manifestaciones han sufrido detenciones arbitrarias, restricciones a la celebración de reuniones pacíficas en los lugares donde se encuentran las tumbas y la destrucción de lápidas, denunció Amnistía Internacional. El caso más sonado es el del tío de Amini, Safa Aeli, quien fue arrestado la semana pasada en su casa de Saqez, en el Kurdistan iraní, y cuyo paradero se desconoce, según han denunciado los activistas. Un grupo de padres de manifestantes muertos en las protestas denunció que las autoridades de seguridad les están exigiendo silencio ante la llegada del aniversario. “Resistiremos hasta el final”, anunciaron estas familias en un comunicado publicado en las redes sociales. También han sido detenidas doce activistas -once defensoras de los derechos de la mujer y un activista político- para “reprimir el descontento popular con la impunidad y las violaciones de derechos”, según Human Rights Watch. Entre los casos que han despertado más indignación entre los iraníes está el del cantante Mehdi Yarrahi, detenido a finales de agosto por publicar una canción en la que llama a las mujeres a quitarse el velo. La canción “Roosarit”, que significa “tu velo” en persa, “desafía las costumbres y la moral de una sociedad islámica”, según las autoridades judiciales del país. En otro golpe a artistas, las autoridades cinematográficas de Irán han prohibido participar en nuevas películas a actrices que hayan aparecido en público sin cubrirse con el velo o infringido de alguna manera el estricto código de vestimenta del país. Es una forma de tratar de evitar que famosos o celebridades brinden su apoyo a las protestas, tal y como hicieron el año pasado numerosas actrices, cineastas, cantantes o deportistas. Las universidades también se han convertido en un campo de batalla con el despido de numerosos profesores de prestigiosas facultades, algunos de los cuales han vinculado la terminación de sus contratos a motivos políticos. En caso más representativo es quizás el de Ali Sharifi Zarchi, profesor de Inteligencia Artificial del centro educativo más prestigioso del país, la Universidad Sharif de Tecnología de Teherán, y quien apoyó públicamente las protestas. En medio de la represión, la situación es de una tensa calma. A pocos días del aniversario apenas se están produciendo gestos de desafío a las autoridades, aunque hay llamadas a protestar. El mayor gesto de descontento y desobediencia es la negativa de muchas mujeres a no taparse el cabello con un velo, a pesar de las confiscaciones de vehículos, la negación de servicios en oficinas públicas o la vuelta a las calles de patrullas que les advierten de que se cubran. Amini murió tras ser detenida por la llamada Policía de la moral por no llevar bien puesto el velo islámico y casi un año después las autoridades no han logrado imponer de nuevo el uso de la prenda islámica