Un adelanto inesperado
"Algunas historias solo sabemos cómo acaban si esperamos al último minuto. Y al final a menudo acaban como nos temíamos"
Un adelanto inesperado
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Galicia
Algunas historias solo sabemos cómo acaban si esperamos al último minuto. Y al final a menudo acaban como nos temíamos. Se vuelven decepcionantes porque para acabar así no hacía falta esperar tanto. Ahorrarse una espera es siempre un placer. No es lo que pasará con la negociación para formar gobierno. Nos harán aguantar al último segundo para saber cómo acaba. Y acabe como acabe, no nos asombrará. Habría sorpresa si el desenlace se hubiese producido, pongamos, esta madrugada. Un inesperado adelanto siempre impresiona. Quizás recuerden Four Rooms, de Tarantino. En un momento de la película, un famoso actor de Hollywood apuesta su Cadillac a que su amigo Norman no será capaz de encender un zippo diez veces consecutivas sin que el mechero falle. Si lo consigue, Norman se quedará con el coche del actor. Pero si no, el botones del hotel en el que están, que empuña un machete, le amputará el meñique a Norman. La mente del espectador se prepara para soportar la máxima emoción y que el mechero se encienda nueve veces, y a la décima falle. Pero Tarantino desordena la expectativa del relato, y el zippo falla a la primera, con inesperada sorpresa, y antes de que Norman sea consciente de que ha perdido, el botones baja el machete. Zas. Adiós dedo.