Patio de colegio

Madrid

El debate de investidura de Feijóo nos ha dejado algunos momentos poco edificantes. En uno de ellos, la presidenta del Congreso tuvo que reconvenir a la bancada del PP cuando pataleaba y gritaba a coro a Pedro Sánchez "¡cobarde, cobarde!". Dijo que no iba a permitir que el Congreso se convirtiera en "un patio de colegio" e imagino a muchos escolares y profesores sorprendidos. Porque en un patio de colegio pueden pasar muchas cosas, pero cosas como las que ayer se vivieron en el parlamento no son el paradigma de la algarabía, el ambiente festivo y el compañerismo que se vive a la hora del recreo.

Son de esas expresiones que históricamente se han instalado y que soltamos acríticamente en cualquier momento. Las que convirtieron a porteras en chismosas, a verduleras en malhabladas, a gitanos en malhechores o a cobardes en nenazas. Pero no, la infancia no es el paradigma de la grosería, de la bronca ni de la mala educación. Y si hay niños que son así, tienen aún remedio. Así que estaría bien orillar esta expresión y, sobre todo, la actitud que la inspira, no vaya a ser que los escolares, después de una bronca en el recreo, digan a sus profesores o a sus padres que aquello parecía el patio del Congreso.