Arabia gana, Chile y Ucrania pierden: las consecuencias políticas del Mundial 2030
La designación de seis países para organizar el Mundial del centenario tiene implicaciones para la economía y la política de otros territorios
La elección de seis países para organizar el Mundial de fútbol masculino del año 2030 ha desencadenado consecuencias que afectan a otras naciones que en algún caso pueden obtener un premio posterior mientras que en otros han salido claramente perjudicadas. Consecuencias que van más allá del fútbol.
El impacto más directo lo ha sufrido Chile. Este país formaba parte de la candidatura sudamericana junto a Argentina, Uruguay y Paraguay, pero ha sido el único país al que la FIFA ha dejado fuera del reparto de partidos de 2030. El órgano regulador del fútbol internacional alega que Argentina acogerá un partido por ser el actual campeón, Uruguay en recuerdo de que fue sede del primer mundial en 1930 y Paraguay por ser sede de la CONMEBOL, la Confederación Sudamericana de Fútbol.
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A Chile no le toca nada en el reparto, lo que ha despertado la indignación incluso del presidente del país, de Gabriel Boric. "Cumplimos con todo lo que nos correspondía", ha dicho Boric esta semana, "y lamento que haya instituciones que funcionen de manera poco seria. Con la integridad nacional y con el nombre de Chile no se juega", comentaba, al tiempo que abría la puerta a que Chile intente tomar medidas contra la decisión de la FIFA.
La exclusión de Chile ha abierto además un debate que va más allá de lo deportivo y que apunta al perfil del presidente de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional, a Pablo Milad. Milad se ha visto envuelto en distintas polémicas, una de las cuales incluyó la filtración de mensajes de WhatsApp en los que criticaba a Boric por ser un dirigente feminista. Milad ha apuntado esta semana hacia el gobierno como el responsable de la exclusión de Chile, a lo que Boric respondió directamente: "Esta no es una decisión en la que el gobierno haya pecado de algún tipo de negligencia, es una decisión propia de la FIFA", se defendía el presidente chileno.
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Arabia a la espera
Arabia Saudí espera su momento para recoger el testigo de Catar y organizar un Mundial de fútbol que acompañe la inversión millonaria que está haciendo para atraer a estrellas de este deporte a su liga y mejorar así su imagen internacional, deteriorada por las constantes rupturas de los derechos humanos en el país.
Al asumir Norteamérica la edición de 2026, y quitarse de un plumazo la competencia de Europa y Sudamérica con el de 2030, para 2034 a la FIFA le quedan sólo dos opciones: Asia y Oceanía. Y en el mismo día en que se anunciaban los anfitriones de 2030, Arabia Saudí mostraba su predisposición a organizar la edición de 2034. El presidente de la federación saudí, Yasser Almisehal, ha despejado cualquier duda: "Organizar la Copa en Arabia significaría todo para nosotros. Somos una nación de fútbol, y de eso están hechos los sueños, y para todas las generaciones".
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La FIFA se toma unos años de respiro antes de tener que afrontar de nuevo una posible polémica como la que acompañó a Catar, tanto por el régimen autoritario del país, como por los abusos y explotación de trabajadores que denunciaron varias organizaciones en los años previos a la organización del campeonato.
Arabia Saudí lleva tiempo trabajando en intentar mostrar una imagen al mundo de mayor apertura, que no convence a las organizaciones humanitarias internacionales ni a algunos jugadores de élite como el alemán Toni Kroos.
A pesar de todas las prohibiciones que sufren las mujeres en ese país, el régimen saudí hizo una calculada excepción con el fútbol y abrió la puerta a las competiciones femeninas en 2022. El príncipe Bin Salmán no ha escondido el uso que el régimen saudí hace del deporte: "Si limpiar nuestra imagen a través del deporte va a incrementar el Producto Interior Bruto en un 1%, entonces seguiremos haciéndolo. No me importa", ha dicho este mismo año.
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Ucrania, un sueño pasajero
Hace justo un año, Pedro Sánchez anunciaba que Ucrania se uniría a la candidatura en la que hasta entonces trabajaban España y Portugal. "Un campeonato para la paz", defendía entonces el presidente.
Todavía en abril de este año Ucrania se mantenía en la candidatura a la que se sumaba Marruecos, pero finalmente no ha llegado al final de la carrera. Por un lado, el país tuvo que asumir que quizá no esté totalmente recuperado y listo para organizar un evento de estas características dentro de siete años cuando todavía no hay la más mínima pista que haga pensar que la paz está cerca.
Por otro lado, sobre la candidatura ucraniana pesaba otro nombre: Andriy Pavelko. El presidente de la Federación Ucraniana de Fútbol ha llegado a pasar dos meses en la cárcel acusado de malversación y corrupción en la concesión de nuevos campos de fútbol. Debido al horizonte judicial de Pavelko, se aceleró la inclusión de Marruecos en la candidatura ibérica en sustitución de Ucrania.
El gran teatro mundial
Los Mundiales de fútbol, como ha pasado con algunas ediciones de los Juegos Olímpicos, han sido utilizados en más de una ocasión por distintos gobiernos y regímenes políticos para intentar disimular sus propias miserias o como herramienta de propaganda ante el mundo. Ya la segunda edición, celebrada en Italia en 1934, se celebró en pleno auge del fascismo en Italia. Las crónicas relatan arbitrajes muy favorables al anfitrión en un torneo del que se recuerdan también las amenazas de Mussolini al seleccionador italiano para que no hubiera fracasos.
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El Mundial 78 que acogió Argentina fue la herramienta con la que el dictador Jorge Videla intentó dulcificar su imagen ante el mundo. El estadio donde se jugaba la final estaba a unos pocos cientos de metros de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada donde se torturó a miles de personas. En ese campeonato del mundo los postes de las porterías tenían la base de color negro. La mitología futbolística ha aceptado que fue un mensaje discreto, pero constante, de duelo por las víctimas de la dictadura.
Después llegó la España en plena Transición del Mundial 82, la elección de Sudáfrica bajo sospechas de sobornos generalizados para 2010, la elección también bajo sospecha de Rusia para 2018 en pleno intento de Vladimir Putin de mostrar una Rusia abierta y moderna cuando ya silbaban los proyectiles en el este de Ucrania o el caso más reciente: la elección de Catar, país sin tradición futbolística ni tampoco en el respeto a los derechos humanos, que llevó al torneo a trasladarse incluso a finales de año.
Antonio Martín
Redactor de la sección de Internacional. Se incorporó...