A vivir que son dos díasLa píldora de Tallón
Opinión

Magia en el aire

"Nadie hace desaparecer como ella el tan humano miedo al error. No concede ni al aire ni al suelo la oportunidad de entristecerla"

Magia en el aire

Galicia

Ver a Simone Biles en acción es un fascinante acontecimiento en el que se mezclan física, sueños, perfección, imposibles, quizás también algo de poesía. Nadie hace desaparecer como ella el tan humano miedo al error. No concede ni al aire ni al suelo la oportunidad de entristecerla. Es puro sortilegio, como cuando el mago sierra por la cintura a un voluntario, pero lo hace de verdad, y separa las partes sin preocupación por la muerte o la sangre, y luego las une sin que medie un vulgar truco, un juego de manos, un efecto óptimo. Todo en Biles invita a la fantasía y a una inquebrantable confianza en el final feliz, empezando por el propio nombre de sus saltos. ¿A qué suena, sino, Yurchenko con doble mortal carpado? Pura magia. A mí me recuerda a aquellos besos inimaginables que se daban los protagonistas de Bella del Señor, la novela por la que Albert Cohen fue comparado con Shakespeare, Proust y Charles Chaplin. Creo que el que más me gustaba era el beso en arabesco superpuesto cuádruple, aunque seguido de cerca del beso con doble colombina con inversión interior, y casi empatado con el beso de incruste de tercio con enroscamiento continuo. Imposible no fantasear con ser o hacer lo que Biles, o al menos con ser besados como un personaje de Cohen.