"En las tres últimas semanas, me ha pasado tres veces": cómo decirles a tus pacientes que se han confundido, que su cita es para ese día pero de 2024

Marina Carretero ejerce como psicóloga clínica en un centro de Salud Mental que pertenece a un hospital público de la Comunidad de Madrid. En esa autonomía se accede a una primera cita en torno a los seis meses pero hay mucha variabilidad entre centros: «En nuestro hospital estamos con casi 14 meses de lista de espera y eso provoca que haya personas que aparecen el día que señala la cita, el mes señalado, pero con un año de diferencia. Aparecen este año cuando en realidad tienen cita para 2024», cuenta Marina, que lo pasa mal cada vez que tiene que aclarar la confusión. «La respuesta siempre es de perplejidad al principio. Es que la gente no se lo cree. La gente fue derivada hace tres meses ya y cree que ha tenido que esperar tres meses para la cita con un psicólogo clínico que, cuando se está sufriendo y se tienen síntomas y clínica o psicopatología ya es mucho tiempo, y encima vienen y les dices que no eran tres meses sino 15 lo que tenían que esperar», continúa contando. Tras la sorpresa inicial, llegan reacciones de todo tipo: «Hay quien se pone a llorar, quien se enfada, quien dice lo tendré que buscar por privado... Esto a mí en las tres últimas semanas, me ha pasado tres veces, a razón de una vez por semana», lamenta la psicóloga. Teniendo en cuenta que hablamos de salud mental, con esos plazos, a los que hay que sumar la distancia posterior entre las consecuentes citas de seguimiento, la pregunta esencial es ¿sirve de algo la terapia? «Pues de prácticamente nada. De hecho, hay gran absentismo en primeras consultas. Creo que tenemos una media de 33% de absentismo de gente que no acude a primera consulta y no cancela citas porque fue derivada hace un año», explica Marina. Las agendas están llenas pero hay gente que nunca acudirá. Tras esas cifras de absentismo hay distintas casuísticas: «Hay personas cuya clínica ya ha remitido al año porque era en respuesta a acontecimientos que estaban sucediendo y dejan de suceder. También hay muchas personas que tienen que acudir al circuito privado y, en general, hay una sobremedicación. Hay quien accede a las listas de psiquiatría que tienen por lo general menos lista de espera, porque hay más contratados de Psiquiatría que de Psicología Clínica». Entre los pacientes que sí que acuden a pesar de todo más de un año después, un patrón que se repite: Nos encontramos una cronificación de los síntomas, un agravamiento de los síntomas y, por supuesto, a veces sobre uso de medicación o mayor dificultad para para iniciar tratamiento. Lógicamente, aparte de que a nivel económico y a nivel social pues llevan más tiempo de baja laboral, hay más pérdidas de todo tipo. Pese a las dificultades, Marina defiende la profesionalidad de sus compañeros: «Creo que llevan a cabo tratamientos y realizan vínculos con el paciente y, a pesar de las condiciones de trabajo, conseguimos ayudar a las personas. Mucho menos y mucho peor de lo que se tendría que hacer y a costa también muchas veces de de la salud mental de los propios profesionales, que estamos con una sobrecarga brutal y que tenemos unas agendas de hasta de hasta 800 personas en agenda por profesional». En salud mental el tratamiento y los seguimientos deben ser lo más personalizados posibles, lejos de esas cifras: «800 pacientes para un profesional es absolutamente inabarcable. Entonces tenemos a muchos profesionales de baja, lógicamente, o muchos especialistas que acaban trabajando en el circuito privado debido a la imposibilidad de continuar con estos ritmos de trabajo», apunta Marina. La psicóloga Marina Carretero siempre pide a esos pacientes insatisfechos por los plazos que pongan reclamaciones: «A nivel individual a veces se tienen en cuenta y si hay alguna cancelación o si se abre algún día que se tenía cerrado en la agenda, existe más probabilidad de que te la adelanten si has puesto esa hoja de reclamaciones. Luego, a nivel colectivo, creo que no es lo mismo que la gerencia de un hospital y la dirección de un hospital reciba una reclamación a que reciba 100 o 500. Cuantas más reclamaciones sobre lo mismo, más de manifiesto se pondrá que existen déficits y unas necesidades de la población. Y por lo tanto quiero creer que el cambio también irá siendo más posible, que gota a gota a lo mejor se van consiguiendo mejoras ¿no?», dice esperanzada. Dentro de España hay mucha variabilidad en cuanto a los plazos. Las comunidades que están mejor son Cataluña, con una media de 18 psicólogos clínicos por 100.000 habitantes, y Navarra, que tienen 10,2 psicólogos clínicos por 100.000 habitantes. Las peores son Galicia y Andalucía, con 3,5 y 3,2 psicólogos clínicos por 100.000 habitantes, según datos de 2020. «Ha mejorado un poquito, pero prácticamente nada porque se ha aumentado la demanda», señala Marina. En Madrid, donde trabaja ella, la media está en 5,5 psicólogos clínicos por 100.000 habitantes pero depende mucho del distrito: «Nos encontramos con zonas como la que yo trabajo, en la zona sureste de Madrid, que somos dos para 100.000 habitantes», detalla la psicóloga. En su centro, las citas de seguimiento se suceden de tres en tres meses.

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La psicóloga clínica Marina Carretero denuncia una situación que cada vez se repite más en las salas de espera

Elisa Muñoz

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