Ellos envidiarán sus privilegios y Leonor envidiará su vulgaridad
Ella tendrá deberes y obligaciones que los otros, anónimos por obra y gracia de Dios, jamás cumplirán. Pero será también ella la que carecerá de problemas para encontrar su primer trabajo, o para acceder a una vivienda
Me gustaría hablarte de algunas de las presencias que vi ayer por la mañana en el Congreso de los Diputados. Pero no me refiero a esas personas cuyos nombres y apellidos conocemos, al menos en su mayoría, porque de esas ya hemos dicho y se ha escrito mucho. Quiero hablarte de un puñado de jóvenes que este 2023 también cumplen 18 años, como la Princesa de Asturias.
Ángeles Caballero: "Ellos envidiarán sus privilegios y Leonor envidiará su vulgaridad"
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Que recordarán el día de ayer estrenándose en un lugar tan poco común y cotidiano como la Cámara Baja. Estrechándole la mano a otra mujer de su misma edad pero que no se parecerá demasiado a ellos. Porque tendrá deberes y obligaciones que los otros, anónimos por obra y gracia de Dios, jamás cumplirán. Pero será también ella la que carecerá de problemas para encontrar su primer trabajo, o para acceder a una vivienda. Jamás peleará con compañeros de piso por ver quién recoge los pelos de la bañera, ni pedirá la vez en un supermercado, tampoco pondrá su cuerpo de canto mientras se le cierran las puertas del metro para no llegar tarde a cualquier parte.
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Es una sensación extraña esta. Está la de envidiar los privilegios de una y que esta una, a lo mejor, envidie, en cierta medida, la vulgaridad de los otros. Porque esos, los que estuvieron hoy en la tribuna de invitados, que son la foto más precisa de lo que es hoy España, podrán improvisar una cena con amigos, una sesión golfa de cine, un karaoke de los que hacen historia. Huirán como hicieron seguramente ayer en busca de una buena juerga porque hoy es festivo. Mientras, a la heredera al trono le esperaba una merienda-cena con su familia, la de un apellido y la del otro. Condenados a soportarse, porque lo de entenderse hace tiempo que lo descartamos.
Y luego están otras presencias. Las de por la tarde. Las que vi mientras regresaba a casa y que son también otra foto de la España que ha crecido a la vez que Leonor de Borbón y Ortiz. Tenían como mucho dos o tres años menos que ella, y hacían cola en la calle Princesa de Madrid.
Ellas con las piernas y el ombligo al aire tiritando del frío, un maquillaje exagerado para celebrar Halloween y lo que surja. Repasándose el rímel unas a otras. Ellos con la cabeza mirando al suelo, ensayando pose de malotes. Algún que otro llanto por un DNI que se quedó olvidado en casa.
En su dress code no había ni tiaras ni coronas, sino diademas. Con cuernos rojos para los demonios y con corona blanca para los que optaron por ser ángeles. Gritaban, fumaban y vapeaban sin parar, y aguardaban con impaciencia la apertura de puertas de la discoteca que durante un tiempo les dejará bailar, celebrar lo que sea, el mero hecho de estar vivos.
Es una fiesta que no tendrá nunca una chica de su misma generación, que encima celebró ayer su cumpleaños teniendo que trabajar.
Ángeles Caballero
Periodista. Colabora en 'Hoy por Hoy', con Àngels Barceló. Escribe en El País. Y habla en La Sexta.