Una cosa dentro de otra cosa

Galicia

Tengo un amigo que usa reiteradamente la misma muletilla: «No me extraña». Es como una fórmula mágica. Da igual qué le cuentes: siempre responderá «No me extraña». Está preparado para cualquier sorpresa que venga. Insiste tanto en que nada le asombra que por su culpa, cuando leí que tal vez la Tierra esconda restos de otro planeta en sus profundidades, no me extrañó en absoluto. Si lo piensas, todos llevamos algo dentro que antes perteneció a otro. Quiero decir que venimos siempre de algo anterior, que somos como somos porque estuvimos en contacto con una idea, una persona, un proyecto, que, cuando desapareció, quedó sedimentado en cada uno. Existimos por acumulación, sumando a nuestra identidad trocitos de muchas cosas. Es imposible no vivir rodeado, de forma que, cuando las cosas te afectan, para bien o para mal, se produce una transferencia y las absorbes. Del mismo modo que hace 4.500 millones de años un planeta pudo haber colisionado con la Tierra, y penetrado en su manto, solidificándose, una profesora, una canción, un padre, un plato de cocina, un viaje, una noticia, una escritora, un coche, una pelea, una moda, unas vistas, una casa, un hermano o un amigo irrumpieron en nuestra vida y la impresión los dejó dentro de nosotros para siempre. No sé por qué tendría que extrañarnos.