Feijóo reclama a gritos nuevas elecciones pero sabe que ya votamos hace muy poco

Madrid

El PP sacó este domingo a la calle a cientos de miles de personas en toda España. Una protesta masiva con la excusa del rechazo a la ley de amnistía, que esperamos conocer en breve, pero que fue realmente una protesta contra un gobierno en funciones que va reeditarse después de que Pedro Sánchez haya conseguido los apoyos necesarios. Porque de esto van realmente las concentraciones, la ley de amnistía ha sido algo así como la espoleta pero al PP y a sus seguidores lo que no les gusta es que Sánchez vuelva a gobernar, ni eso ni todas las cesiones que ha hecho para ello, aunque los que ahora protestan se olviden de las innumerables cesiones que el PP ha hecho también a lo largo de su historia.

La elecciones del 23 de julio dejaron un país profundamente dividido, con todas las fuerzas parlamentarias —excepto dos— dispuestas a dejar en un rincón a esas dos porque una de ellas es la ultraderecha. Este es el verdadero problema: cuando Feijóo dice que hay que volver a votar, lo que quiere decir es que hay que volver a votar hasta que los españoles voten bien, hasta que le den la mayoría suficiente para no tener que depender de la ultraderecha y pueda empezar a tejer alianzas con otras fuerzas que, por su naturaleza, deberían estar a su lado, la derecha nacionalista también existe. Pero Feijóo, que reclama a gritos nuevas elecciones, sabe que ya votamos hace muy poco, y que lo que salió es la representación de una España mucho más diversa y mucho más plural que la que él imaginaba. Una España que o el PP entiende o va a tener difícil conseguir socios cuando lo necesite.

Esta va ser una legislatura dura, muy dura para el PSOE, que va a tener que negociar todo todas las veces, pero difícil también para el PP si su única estrategia va a ser deslegitimar un gobierno perfectamente legítimo construido a base de mayorías parlamentarias. Esta es nuestra democracia, gobierna quien consigue más apoyos, no sé cuántas veces tendremos que repetir lo obvio. Ya votamos y el resultado fue el que fue.

Pero dicho esto, lo que no puede hacer ni el PSOE, ni el gobierno, ni Pedro Sánchez es ignorar el profundo malestar que hay en buena parte de la sociedad española, porque es evidente que lo hay. Tiene a mucha gente en contra, espoleados, además, por los discursos cada vez más incendiarios e irresponsables de la oposición. Pero el gobierno que acabe formando Sánchez será también su gobierno, también tendrá que gobernar para ellos y en ellos va a tener que pensar también durante la legislatura, quizás no para ganárselos, eso va a ser difícil, pero sí para rebajar esta tensión que está llevando al país al límite.