Hijoputa
"Es posiblemente el insulto más antiguo y más extendido en nuestra lengua"

Madrid
Hijoputa, así, todo junto, es posiblemente el insulto más antiguo y más extendido en nuestra lengua. Fue empezar a balbucear el castellano y brotar la palabra en boca de algún malhablado hasta que pronto llegó a los textos. Incluso a algún texto legal como el Fuero de Madrid (1202), que castigaba con medio maravedí a quien profiriere el insulto, salvo que lo devolviera el ofendido, que se libraba de la multa porque “va lo uno por lo otro”. Desde entonces, hijoputas han paseado por El cantar de Mío Cid, La Celestina, El Quijote, El Buscón... Bueno, en realidad eran hideputas, porque el más extenso hijoputa llegó más tarde. Y por ese orden, aparecieron en los diccionarios diez siglos después: en 1992 el clásico hideputa; en 2014, su versión extendida.
Más información
Es curioso que, aunque la palabra tenga versión masculina y femenina, hijoputa e hijaputa, no se ha registrado hijo o hijaputo, aunque la palabra puto esté en nuestros diccionarios desde siempre. Y es curiosa también la polisemia del epíteto. Evidentemente hay uso insultante, una afrenta de doble filo que pretende ofender al injuriado y a su progenitora, dos en uno; y hay uso elogioso, el que manejamos cuando nos dirigimos al amigo o a quien nos sorprende con sus actos, ya sea el autor un golazo, de una interpretación extraordinaria o de una maravillosa novela. Y entonces no importa si quien suelta el hijoputa gusta de comer fruta o es fiel de Teresa de Calcuta. No tiene que disimular...
