Mal sabor de boca
"El fracaso tiene siempre algo de exageración. Pero ya sabemos que cuando el mundo se acaba, al día siguiente comienza otra vez"
Mal sabor de boca
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La derrota es un sabor de boca muy particular. No puedes engañarte respecto a lo que sabe bien y a lo que sabe a rayos. Cuando pierdes, lo descubres antes de nada por el gusto. A continuación; por los números. Los primeros indicios de que la derrota sabe fatal te llegan en la infancia. Esos reveses te vuelven loco: casi te hacen vomitar. No estás familiarizado con la frustración, así que tu cerebro te dice «Rómpelo todo». Empezar a no tirar cosas al suelo significa que das pasos, al fin, en el aprendizaje de la vida. Al alcanzar cierta edad, estás tan acostumbrado a las cesiones, las faltas, las pérdidas, los desastres, que deberías aceptarlos con naturalidad. Aunque el mal sabor de boca no desaparece jamás. Te puede incluso asaltar la idea de que el mundo se acaba cuando te das una buena hostia. El fracaso tiene siempre algo de exageración. Pero ya sabemos que cuando el mundo se acaba, al día siguiente comienza otra vez. Te cepillas la boca, y ya está. Saber perder quizá sea el aprendizaje más útil y elegante para un ser humano. No todo mundo está interesado en la elegancia, claro. Algunos creen que nacieron para ganar, y prefieren romperlo todo antes que aceptar la derrota. Pero el mal aliento no engaña. Otra vez será.