Un horror no justifica otro horror, y algunos no queremos silenciar nada

Hace hoy dos meses de los atentados terroristas de Hamás, que mataron y masacraron a más de 1.200 personas -33 eran niños- y que secuestraron a 240 personas, de las que 138 siguen aún capturadas. Fueron horas de espanto en Israel, con casos de extrema violencia sexual. En respuesta a esa atrocidad, el gobierno de Israel emprendió una campaña de bombardeos que ha matado, según las autoridades gazatíes, a más de 16.000 personas en la Franja. Casi la mitad son niños.

A veces, como a esta niña -Alma, 13 años- les pueden rescatar, apartando los escombros con las manos. Porque no hay medios. Se han hecho operaciones y amputaciones sin anestesia. Los bombardeos han atacado escuelas, campos de refugiados y hospitales, que se quedaron sin luz, ni combustible, y sin espacio en las morgues. Han destruido más de 100.000 viviendas. No pueden entrar periodistas para documentar lo que hay dentro y a los que hay, los matan.

Un grupo de médicos compareció hace una semana rodeado de cadáveres. Hay cientos de miles de desplazados a los que Israel ha pedido que vayan hacia el sur... aunque luego ha bombardeado el sur. La ONU, que ha agotado ya todas las palabras, habla de apocalipsis. A su secretario general, que por primera vez en su mandato invoca un artículo con el que intenta forzar un alto el fuego, Israel le ha exigido su dimisión. Israel acaba de decir esta madrugada que Antonio Guterres es una amenaza para la paz mundial. Esta semana, parte del público se levantó y se fue cuando Josep Borrell dijo -lo dijo en una conferencia- que lo que está ocurriendo en Gaza es una carnicería. Otra carnicería.

¿Por qué se marchan?, se preguntaba Borrell. Israel tiene derecho a defenderse, pero un horror no justifica otro horror, dijo Borrell. Hace 75 años, en el momento peor de Europa, Albert Camus escribió: "Usted acepta silenciar un terror para luchar mejor contra otro terror. Y algunos de nosotros no queremos silenciar nada".