Ni miedo, ni vergüenza
"Empezar es un acto bellísimo. Podrías estar empezando cosas toda la vida. Pero de vez en cuando no está mal acabar alguna"
Ni miedo, ni vergüenza
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Empezar es un acto bellísimo. Podrías estar empezando cosas toda la vida. Pero de vez en cuando no está mal acabar alguna. No te vas a morir. De hecho, empezar muchas cosas y no acabar ninguna sí que es una enfermedad. Digo esto porque quizás vuelvan a empezar la negociaciones para renovar el CGPJ, y ya sabemos que, al poco, aparecerá alguien del PP gritando «¡Corten, corten!», como en el cine, desquiciado ante la idea de que la negociación acabe en acuerdo. Pero solo de empezar no se vive. A quién no le gusta, de vez en cuando, ver la palabra Fin. Hace algunos veranos, me encontré en una novela de Dovlatov a un personaje que encarnaba mejor que nadie a los que se quedan a medias. Era un tal Mitrofánov, que desde de muy joven brillaba por sus variados talentos. Le pegaba a todo, incluyendo la geografía, la teoría de campos, la filatelia, la biología. Hasta ventrílocuo era. Leía tres libros al día. Cuando llegó a la universidad, se apuntó a toda clase de seminarios. A la hora de ponerse a escribir el trabajo de fin de carrera, redactó solo la primera frase: «Como es sabido…». Ahí quedó paralizado el genial proyecto, en «Como es sabido…». Mitrofánov nunca más levantó cabeza. Habría que perder el miedo a finalizar algunas de las cosas que se empiezan. Miren a Pedro Sánchez, que acaba de nombrar presidente de la Agencia EFE a su ex director de comunicación. En su caso, ni miedo, ni vergüenza.