"Que me llamen liberticida y lo que surja": Ángeles Caballero sobre la ley que quiere prohibir fumar en las terrazas
¿Prohibir que la criatura que tengo al lado impregne mi abrigo de olor a puro nos hará a él y a mí mejores?
"Que me llamen liberticida y lo que surja": Ángeles Caballero sobre la ley que quiere prohibir fumar en las terrazas
El peluquero de mi barrio ha decidido decorar su peluquería para estas fiestas. El lunes colocó en el escaparate de su negocio un enganche con una flor de pascua como las vemos todos los que paseamos por cualquier ciudad de España. Esa misma tarde, mientras él y su compañera trabajaban, algún viandante, con muy poco espíritu navideño, decidió birlar la poinsettia. José me lo cuenta con cierta resignación: "Tú me dirás, tres euros la planta y un euro la maceta". Por el momento ha optado por reponerla porque queda la mar de mona y para eso es su negocio, pero a ver cuánto le dura. En su cabeza y en la mía recién teñida suena una palabra, aunque ninguno de los dos la pronuncie: civismo.
"Que me llamen liberticida y lo que surja": Ángeles Caballero sobre la ley que quiere prohibir fumar en las terrazas
El Ministerio de Sanidad se plantea prohibir fumar en las terrazas y la decisión no es fruto de una ocurrencia de la ministra Mónica García. Es el simple cumplimiento de una ley antitabaco que ha conseguido enormes resultados, pero que sigue teniendo agujeros por donde se cuela el humo hacia nuestros pulmones, como explicaba Javier Salas en El País.
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A los que no fumamos, a los asmáticos, a los que nos gusta que la ropa huela a suavizante o a perfume, es una noticia que debería alegrarnos. Y, sin embargo, me genera sentimientos encontrados. ¿Prohibir que la criatura que tengo al lado impregne mi abrigo de olor a puro nos hará a él y a mí mejores? Desde luego. Y, sobre todo, un poco más sanos, sí. Pero también entiendo las quejas de los fumadores, e incluso de otros no fumadores, ante lo que se puede ver como una intromisión más en su vida cotidiana.
Solo, eso sí, en el caso de las terrazas al aire libre, porque de las cerradas ni hablamos. Ahí, si quieren, que me llamen liberticida y lo que surja.
Si el señor opta por apurar un habano y acompañarlo de bebida, allá él con sus analíticas y su esperanza de vida. Pero si elige hacerlo mientras ve que en la mesa de al lado, que curiosamente es la mía, no hay un cenicero, un paquete de tabaco y un mechero sobre ella, o se para a pensar en la salud de los empleados que le atienden en una tarde más de terraceo, quizá debería hacer una cosa.
Es en definitiva una decisión con aristas, en la que hasta el momento no he escuchado a ninguno de los actores hablar de civismo. El de los fumadores, cuando se sientan en una terraza y saben, o deberían saber, que no están solos; y el de los hosteleros, que deberían cumplir con las leyes y pensar en sus empleados. Algo que uno debería emplear siempre dentro y fuera de casa. Algo que desconoce el que llevó la flor de Pascua del peluquero de mi barrio.
Ojalá no fuese necesaria una ley para todos por la falta de civismo de algunos.
DIRECTO | Entrevista a Mónica García
Ángeles Caballero
Periodista. Colabora en 'Hoy por Hoy', con Àngels...