El mundo se entiende mejor en la dignidad de quien saca su vida adelante

Madrid

Este será el último Hoy por Hoy del año. El año de las dos elecciones, de la polarización, de la amnistía... Al repasar, uno se da cuenta de lo rápido que olvidamos. De Ucrania, por ejemplo. Aunque sigan los ataques esta misma noche, y el frío. La guerra se ha estancado y no interesa. Putin espera que, por olvido, o por cansancio, se quiebre el apoyo occidental.

En este año que acaba murió Ramón Lobo. ¿Se acuerdan? Ramón Lobo, que fue a todas las guerras y nos enseñó la importancia de mirar donde ya cansaba mirar. Siempre hay alguien que no quiere que veamos. A los periodistas los matan o no les dejan entrar en Gaza. Y aunque seguimos mirando, nosotros ya no miramos como antes. Será que resulta insoportable -lo es- ver lo que denunciaron ayer, sin ir más lejos, varios testigos: 20 muertos en Rafah por un ataque israelí sobre un edificio en el que vivían unos 30 niños.

A 2023 ha costado mirarle de frente, pero eso habrá que seguir haciendo, mirar de frente, y tener memoria y traducir en cosas concretas los debates políticos, que son fundamentales. Pero aprendimos con Ramón Lobo y con otros muchos referentes de los que, por cierto, van quedando menos, que las historias no están solo ahí, que la política decide y da poder, pero que con eso que explica tanto no lo explicas todo. Que el mundo puede entenderse mejor antes que en el puesto de alguien que se crea muy importante, en la dignidad de quien saca su vida adelante y la de los suyos, por ejemplo, fregando una escalera. Y parece que eso que es tan obvio, hay que recordarlo a diario.