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Sol de invierno: la suerte y la condena del verano perpetuo en Gran Canaria

El archipiélago comienza su temporada alta turística en navidades porque es uno de los pocos destinos de Europa en los que pervive un poco el espíritu de verano gracias a su clima. Este año la comunidad autónoma ha batido todos sus récords de llegadas de viajeros internacionales, pero detrás de la imagen de alegría se esconden las historias de las vidas al sol de las gentes locales

Detrás de la postal | Sol de invierno: la suerte y la condena del verano perpetuo en Gran Canaria

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Las Palmas de Gran Canaria

La vida cuando hace sol es más divertida. Y la gente está más guapa. Eso no admite discusión. Quizás sea eso lo que hace a Canarias un sitio especial en el que la temporada turística de sol y playa empieza ahora, cuando ya es uno de los pocos territorios europeos en los que los guiris pueden tostarse al sol. Y además por dos duros. Pero, detrás de la fachada del sol y la playa hay vidas de personas que trabajar para subsistir y ganarse la vida.

Trabajar en el sector turístico va más allá de ser empleado de un hotel. Hay multitud de personas que conforman las postales y las fotografías de los sitios turísticos a los que vamos. Manolo Santana, por ejemplo, es el hamaquero que más tiempo lleva alquilando tumbonas y sombrillas en la playa de las Canteras, en Las Palmas de Gran Canaria. Desde su caseta ha visto cómo el arenal ha cambiado durante más de cincuenta años y cómo ha cambiado también la relación de los locales con los turistas. Tiene 74 años y saca a diario las 120 tumbonas que tiene autorizadas. “A veces me desmayo y la gente me echa agua. Ya noto el cansancio físico de la edad”, comenta como si fuera algo que tiene absolutamente normalizado.

Manolo Santana en la caseta en la que guarda sus tumbona en Las Palmas de Gran Canaria.

Manolo Santana en la caseta en la que guarda sus tumbona en Las Palmas de Gran Canaria.

Manolo Santana en la caseta en la que guarda sus tumbona en Las Palmas de Gran Canaria.

Manolo Santana en la caseta en la que guarda sus tumbona en Las Palmas de Gran Canaria.

El archipiélago canario depende ahora más que nunca del sector turístico. Un 36% de su PIB y un 40% de los trabajadores canarios dados de alta en la Seguridad Social están vinculados a él. Sin embargo, la turismofobia, la revuelta contra los ‘guiris’, comienza a ser un fenómeno preocupante. Un sentimiento de los locales motivado, en gran medida, por los bajos salarios que tiene el sector, las malas condiciones laborales o incluso la hipocresía de mantener las piscinas de los hoteles llenas mientras los vecinos de las islas sufren cortes de agua. Eso escuece. Ocurre en muchas ocasiones que las gentes locales se quedan con la peor parte: la degradación de los paisajes, la sobreexplotación de los recursos de la isla o incluso la contaminación. Un informe reciente de la Universidad de La Laguna ha calculado que solo los vuelos de turistas a Canarias emiten tanto CO2 como el 54% de la economía del archipiélago.

En el paseo de la playa de Las Canteras de Las Palmas de Gran Canaria es verano todo el año. O casi. Allí siempre hay gente en las terrazas, turistas bronceándose y deportistas sin camiseta jugando al vóley playa. Entonces, ¿cuándo descansan los trabajadores del sector turístico en un lugar donde siempre hace sol? Es una pregunta de difícil respuesta. “El año que viene nos plantearemos cerrar” o “yo descanso cuando llueve, pero aquí no llueve nunca” son algunas de las respuestas que me encontré conversando por Las Canteras.

Carlos con su guitarra en el paseo marítimo de la playa de Las Canteras.

Carlos con su guitarra en el paseo marítimo de la playa de Las Canteras.

Carlos con su guitarra en el paseo marítimo de la playa de Las Canteras.

Carlos con su guitarra en el paseo marítimo de la playa de Las Canteras.

Carlos Pérez Quintana es uno de los músicos callejeros que cada día sale con su guitarra a tocar al lado de la playa. Una de esas personas que conforma la imagen de la playa de Las Palmas, aunque no esté oficialmente empleado en ningún negocio. Cobra la pensión mínima y no le llega para vivir. “Menos mal que sé hacer esto”, reconoce. No es de extrañar que su paga no le alcance. Concretamente, el barrio de Guanarteme, que está pegado a la playa, está sufriendo un proceso de transformación urbanística que está encareciendo los precios de los pisos. Y es que la gentrificación no es solo un proceso que tenga lugar en ciudades del tamaño de Madrid o Barcelona. Allí los vecinos se han unido en un colectivo, Guanarteme Se Mueve, para tratar de frenar la especulación urbanística en este barrio de la ciudad, que expulsa a familias y vecinos, que se está cargando la arquitectura tradicional canaria, las casas terreras que proliferan en esta zona, y poniendo en peligro el tejido social de un barrio que lleva mucho sufrimiento a sus espaldas: Durante la gran crisis económica a partir del 2008 tres de cada cuatro desahucios en Las Palmas eran en esta zona marítima que conforman los barrios de Guanarteme, la Isleta y el Puerto.

Una isla al límite, una población enfadada y en constante debate, posiblemente irresoluble, sobre si el turismo les da o les quita.

Daniel Sousa

Daniel Sousa

Es redactor en EL PAÍS Audio y colabora en ‘A Vivir que son dos días’ de la Cadena SER. Ganador del...

 
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