Hacer las cosas a mano
"Supongo que a veces, hasta la mafia lleva razón"
La píldora de Tallón | Hacer las cosas a mano
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El 7 de enero era siempre el día que acudía al banco con mis padres y depositaba el efectivo que me habían traído los Reyes. Ahora soy el que acompaña a mi hija, y hoy es 7 de enero. Ayer visitamos juntos las casas de los abuelos, donde sucesivamente, después de susurrarme «Esto es para la niña», me entregaron un sobre, que yo guardé en el bolsillo. Así que dentro de un rato, Helena y yo iremos a un cajero, volveremos a contar el dinero, ya más como acto nostálgico que numérico, y lo introduciremos por la ranura, bajo una gran frialdad, como siempre que hay máquinas por el medio, en lugar de humanos. En ese instante me reconciliará acordarme de una escena de Las consecuencias del amor, de Paolo Sorrentino, donde el protagonista, Titta de Giolamo, es un hombre que trabaja a regañadientes para la mafia, y que cada semana acude a depositar una gran cantidad de dinero negro en el banco. En esa escena, hay seis empleados contando el dinero manualmente. La cantidad es grosera, y en un momento dado, el director de la sucursal le dice a Titta si puede hacerle una pregunta, por curiosidad. «¿Por qué no deja nunca que cuenten las máquinas el dinero?», le dice. Titta retira el cigarro de los labios y dice: «Nunca hay que dejar de confiar en los hombres. El día que ocurra eso, habremos cometido un error». Supongo que a veces, hasta la mafia lleva razón.