"Ni olvido ni perdón": el teatro abre un espacio a la convivencia en paz y libertad
El teatro es un espacio de encuentro y de diálogo, de paz y libertad. Así lo ha reivindicado esta semana Juan Mayorga, frente a las nuevas peticiones de censura. Las obras estrenadas esta semana buscan la convivencia, escarbando en la memoria, sentando a víctimas y verdugos a dialogar
"Ni olvido ni perdón": el teatro abre un diálogo entre víctimas y verdugos
Esta semana hemos sido testigos de otro intento más de censura a una obra de teatro. "Un teatro es un lugar para la paz y la libertad", advertía Juan Mayorga, el director artístico de La Abadía, justo antes del estreno de Altsasu, una obra sobre el "caso Alsasua", la agresión a dos guardias civiles que acabó con un grupo de jóvenes acusados y condenados por terrorismo. "Guardia civil, saca tu fusil", gritaba un centenar de personas a las puertas del teatro, convocadas por Vox, en una concentración en la que corearon contra Otegi y Pedro Sánchez, pero también contra Isabel Díaz Ayuso y su consejero de Cultura por permitir la representación.
"Un teatro es un lugar para la libertad porque quienes acuden a él lo hacen libremente y libremente eligen mirar y escuchar, y libremente juzgan sobre lo que han visto y escuchado. Un teatro es un lugar para la paz, porque en él se reúnen personas diferentes, que acuerdan unir sus ojos y sus oídos en un escenario donde actrices y actores representan posibilidades de eso que llamamos la humanidad. Antes que con discursos, la libertad se defiende ejerciéndola. Antes que con discursos, la paz se defiende practicándola", decía Mayorga.
Paz y libertad, empatía y reconciliación es lo que buscan las historias que les traemos. En un momento de crispación y división de la sociedad, cuando más echamos de menos figuras de concordia y de consenso. Altsasu, de María Goiricelaya, se estrenó en 2021 también con la petición de su retirada por parte del PP en el Ayuntamiento de Vitoria. Hace un mes que Vox en la Asamblea de Madrid pidió también su cancelación. Las dos formaciones acusan a la directora de justificar las agresiones, blanquear el terrorismo y simpatizar con ETA. "Ni olvido ni perdón", coreaban los extremistas a la puerta del teatro. "El perdón es una palabra demasiado grande, pero yo creo que sí que podemos llegar a la convivencia, juntarnos a debatir y a reflexionar, creo que eso es muy sano y es lo que busca este espectáculo", nos dice Goiricelaya en una entrevista.
Altsasu es una aproximación rigurosa al caso, pero estamos ante todo ante una obra de de ficción. Hay trascripciones del proceso judicial, el que había muchísimas personas implicadas. Son cuatro intérpretes interpretando todos los papeles, el guardia civil a la vez hace de agresor. Una de las madres es jueza y después abogada. "Una especie de constelación de personajes, ejecutados por los mismos intérpretes, lo que todavía fuerza aún más al espectador a hacer que su empatía salte de un lugar a otro, nos parecía que era muy interesante suscitar esta incomodidad dentro del espectáculo", dice su directora.
"Está bien que la gente cuestione el contenido del espectáculo, está bien que cuestione incluso su pertinencia en la programación dentro del Teatro de la Abadía, pero siempre preguntándonos de dónde vienen este tipo de peticiones de censura, qué significa la censura a día de hoy y qué voluntad tiene, porque realmente la censura no solamente nos daña a los artistas censurados, sino que priva al público de una mirada diferente y de un pensamiento diferente, nos priva de este diálogo", concluye.
También explora el perdón, eso que no está dispuesto a conceder una parte de la sociedad, la siguiente historia. Nuestros muertos, una obra de Mariano Llorente que acaba de estrenar en la Sala Cuarta Pared de Madrid. Un diálogo a cuatro voces entre víctimas y verdugos. Una mujer octogenaria acepta una entrevista con el preso de ETA arrepentido que mató a su hijo, uno de los reclusos de la llamada vía Nanclares. Este es el punto de partida de la obra, la historia de una víctima doble, porque además de atravesada por la violencia etarra, la protagonista también ha sufrido la violencia franquista. Perdió un hijo en los años de la democracia y a su padre en la Guerra civil. "Que una mujer de 88 años tenga que sufrir tanto para sacar a su padre asesinado, un miembro de la UGT que no tenía armas, nada, que fue ejecutado, me parece que es una metáfora de un país que no acaba de funcionar", dice Llorente en declaraciones a La Hora Extra. "Cómo arreglamos este país, que tiene un trauma imperecedero".
Cuenta Llorente que Nuestros muertos es un juego de espejos en el que una violencia mira la cara de otra violencia, hay una confrontación, una tensión y eso eso es lo que lo que les interesa, incomodar al espectador. Con una puesta en escena sin artificios, que no distrae del diálogo de sus protagonistas, que dicen tanto con sus palabras como con su silencios. Son personajes atormentados que buscan la sanación a través de la reconciliación y el perdón. "Son tiempos de polarización y censura, por eso hay que mirar al pasado", reivindica Llorente, "escuchar al otro, seguir excavando para curar las heridas".
Entre el Franquismo y ETA, la Transición, otro periodo con luces y sombras de nuestra historia reciente. Desde Carmen Díez de Rivera no ha habido otra jefa del Gabinete de Presidencia de España. Mónica López interpreta a la llamada musa de la transición, otra mujer que también luchó por la reconciliación y la concordia, por el perdón. Carmen, nada de nadie es un retrato de cómo era esa España del 76 y 77 del siglo pasado: dividida, enfrentada, violenta, pero llena de sueños y esperanza. Esta próxima semana recordamos la Semana Negra de Madrid, la matanza de Atocha, hechos que se recogen en la obra. Un circo de varias pistas, con Carmen entre Adolfo Suárez y el Rey emérito, dirigido por Fernando Soto.
Entrevista a Mónica López y Fernando Soto por 'Carmen, nada de nadie'
Carmen era una mujer inteligente, feminista, ecologista y monárquica. Era un puente entre los sectores culturales de izquierda y lo más conservador. Una figura de consenso, que tanto necesitamos hoy en España, nos dicen el director y la actriz. "Ceder por el bienestar de la mayoría, en un momento en el que la tensión y polarización se han convertido en deporte nacional". Carmen, nada de nadie invita a quitar el polvo sobre una etapa aún desconocida, "la Transición y la transacción que hubo después", en palabras de Soto. Con ella pretenden también suscitar preguntas y reflexiones en el espectador, que salgan incómodos, dicen.
"Mi querida España, esta España mía, esta España nuestra", cantaba Cecilia. Esta canción se escucha tanto en Altsasu como en Carmen, nada de nadie. Este domingo 21 de enero se cumplen 60 años del fallecimiento de Luis Martín-Santos, el escritor y psiquiatra que hizo otro gran retrato de España, de la España de la posguerra. El próximo 11 de noviembre celebraremos además el centenario de su nacimiento. Con este motivo, la editorial Galaxia Gutenberg va a publicar en marzo los dos primeros volúmenes de sus Obras Completas. Es el autor de Tiempo de silencio, una de las mejores novelas del siglo XX, y que va a ser reeditada en inglés y traducida y publicada por primera vez en chino. Nosotros acabamos de leer la reedición que acaba de publicar en español Seix Barral.
Tiempo de silencio fue una novela clave para la literatura española. Luis Martín-Santos logró publicarla en 1962 y marcó un punto de inflexión en la cultura española envuelta en ese marco protector y casposo del franquismo y en medio del inicio de una contestación civil que se iría consolidando y que sería, parafraseando al cantante Raimon, sorda y constante, desde entonces. "Se dice que cambió el rumbo de la narrativa nacional, que estaba, de alguna manera, estancada en un realismo un poco monótono y crudo. Abrió la novela, abrió nuevos caminos. Ese realismo, lo convirtió en un realismo dialéctico. Detrás de él salieron escritores como Marsé, por ejemplo. Digamos que mi padre abrió nuevos caminos", cuenta en la Cadena SER Luis Martín-Santos Laffón, el hijo del escritor.
Enero levanta el telón por todo lo alto
Volvemos al teatro, porque enero ha levantado el telón por todo lo alto. Carlos Hipólito protagoniza Burro, otro de los estrenos de la semana, este en el Teatro Reina Victoria de Madrid. Burro es la historia de un burro atado a una estaca, un burro que ha vivido siglos y sabe todo lo que se ha escrito y cantado sobre ellos. Un monólogo basado en textos clásicos sobre asnos que el actor nos presentaba la semana pasada en A Vivir Madrid.
A Vivir Madrid - Carlos Hipólito
Otro clásico de la literatura, Tío Vania, de Chéjov. Nos hemos colado en un ensayo de esta obra que la compañía histórica La Guindalera acaba de estrenar en el Fernán Gómez de Madrid. Esta versión de Tío Vania se aleja de lo sobrio, lo solemne, es lúdica, una comedia sobre el sentido trágico de la vida, en palabras de su autor y director Juan Pastor. "Nuestra versión fundamentalmente descansa en que ha pasado un tiempo, los personajes murieron hace 150 años y siguen viviendo, entre comillas, en el cosmos. Con eso ponemos cierta distancia en el tiempo y en el espacio, esos personajes reviven la obra, hablan con el público y les cuentan lo que sucedió hace 150 años", dice Pastor. Para Guindalera este Tío Vania es lo que Chéjov hubiese escrito hoy, en 2024. Personas cansadas, hastiadas, insatisfechas que buscan la felicidad. Que recuerdan con humor las tragedias pasadas.
Los Teatros del Canal siguen acogiendo el mejor teatro internacional. El prestigioso director sudafricano Brett Bailey trae al siglo XXI la historia bíblica de Sansón en un montaje de música electrónica, danza teatro, canto coral, ópera y rap. En la interpretación que hace Bailey de este mito bíblico, dice, ve a Sansón “como un avatar de la ira reprimida de un pueblo que ha sido pisoteado por fuerzas expansionistas durante siglos”. La obra aborda la violencia, la migración, el colonialismo, la xenofobia y racismo, el capitalismo desenfrenado o la extrema derecha. Dando voz a los oprimidos, humillados y silenciados en la problemática relación entre África y Occidente.
También en Los Teatros del Canal: Edipo Rey, de Declan Donnellan. El director británico, experto en clásicos, trae este de Sófocles con el Teatro Nacional Marin Sorescu de Rumanía. Una obra escrita hace dos mil años, pero que nos sigue interpelando, dice, porque no hemos cambiado tanto. Por un lado glorificamos el pasado, por otro creemos que hemos evolucionado mucho y no lo hemos hecho, solo somos vanidosos. Las tragedias nos llegan más porque no tratan sobre héroes, sino sobre el común de los mortales, es un espejo para todos.
Y además, esta semana vamos a disfrutar de En mitad de tanto fuego, la obra de Alberto Conejero sobre Patroclo, el amante de Aquiles, de la que les hablamos en el último Festival de Otoño. Un texto de textos antibelicistas, un alegato contra la guerra y un canto a la libertad, al amor y al deseo. En mitad de tanto fuego es un monólogo dirigido por Xavier Albertí e interpretado por Rubén de Eguía, en los Teatros del Canal hasta el 4 de febrero.
Una celebración de la carne y de las pasiones es también Camila Sosa. La escritora argentina nos presentó hace un par de años 'Soy una tonta por quererte', un conjunto de relatos de travestis publicado por Tusquets. Con la editorial publicar en España 'Tesis sobre una domesticación', otro conjunto de personajes vulnerables, abrumados por infiernos y culpas, entre erotismo, violencia y ternura.