¿Sabremos algún día cuántos sin escrúpulos se enriquecieron con la pandemia?

Madrid

Pues resulta que había más, que no era solo una inspección de hacienda, de aquellas que la Agencia Tributaria hace a muchos autónomos por cuestiones de papeleo, como quiso hacer creer ayer la presidenta de la Comunidad de Madrid, mintiendo a conciencia. Porque ya ayer no se trataba solo de una inspección rutinaria a la pareja de Isabel Díaz Ayuso, se trataba ya de una acusación de la Fiscalía por fraude fiscal y falsedad documental. Pero es que la madeja se va enredando.

Lo último es que Alberto González, que así se llama la pareja de la presidenta, se enriqueció también, y no poco, con la venta de mascarillas en lo peor de la pandemia. Sí, otro que mientras la gente moría y buscaba desesperadamente material sanitario, se iba enriqueciendo con comisiones millonarias. ¿Les suena? Pero es que hay más todavía: el PP de Madrid, en un intento de extender la sospecha sobre el gobierno de Pedro Sánchez, había denunciado ante la Fiscalía Anticorrupción precisamente a la empresa a la que facturaba la pareja de Ayuso, denuncia que en su momento acaparó todos los focos porque el objetivo final de los populares era Salvador Illa.

Se pueden imaginar que el PSOE está comiendo palomitas, y no descartaría yo que Casado no estuviera también haciendo lo mismo. Tras las embestidas del PP por el caso Koldo, tras el nivel de exigencia sobre la corrupción situado en el listón más alto, ahora estalla este caso, que sirve a Ayuso para aparecer otra vez como la víctima doliente, cansada de soportar sobre sus hombros tanto infundio y tanta mentira. Su declaración de ayer fue de manual, de manual de victimismo.

También el PP salió a defenderla. Son cosas de su pareja. Deben pensar en Génova que hay que ir con cuidado tras la experiencia de Casado. Pero tienen difícil la defensa, ya no solo por las comisiones cobradas, que no están judicializadas, pero sí por el fraude fiscal que le permitió a la pareja de Ayuso aumentar sus ingresos y, entre otras cosas, comprarse un piso, no al alcance de todo el mundo, del que ella misma disfruta.

Hoy hay sesión de control al Gobierno en el Congreso. Hasta ayer el PP tenía previsto sacar toda su artillería contra el Gobierno por el caso Koldo, también por la amnistía. El caso de la pareja de Ayuso les desmonta algunos argumentos y le da al PSOE un oxígeno que no esperaba.

Esta es la batalla partidista, pero ¿se va a auditar algún día lo que pasó en este país con la compra y la venta de las mascarillas y de otro material sanitario mientras luchábamos por protegernos y por proteger a los nuestros? ¿Sabremos algún día cuántos fueron los carentes de escrúpulos que se enriquecieron? Porque, de momento, las pistas dicen que fueron muchos.