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Realismo mágico para contar la Guerra Civil, así es 'La península de las casas vacías', una monumental novela sobre las heridas del franquismo

El joven escritor David Uclés publica un libro que recorre todo el conflicto bélico a través de una familia de un pueblo inventado de Jaen que conviven con los militares, Franco, Miguel Hernández o George Orwell

Realismo mágico y Guerra Civil

Quince años ha tardado David Uclés en construir un nuevo Macondo, aquel lugar donde las cosas carecían todavía de nombre y, por eso, Gabriel García Márquez, tuvo que inventarlo. Decía el escritor colombiano que aquello del realismo mágico tenía sus orígenes en las leyendas de su abuela gallega, y es lo mismo que ahora nos cuenta este joven escritor jienense que empezó a trascribir aquellas leyendas e historias que su abuelo le contaba sobre su infancia, irremediablemente vinculada a la Guerra Civil española. "A lo largo de los años, han sido 15 años de trabajo, intenté no solamente contar esa Macondo ibera, porque está escrito en realismo mágico, sino repartir a esos personajes por toda la península y aprovechar que ocurrió durante la guerra para narrar toda la guerra civil", cuenta en al Cadena SER el autor de La península de las casas vacías, (Siruela) una apabullante novela que nos abarca los años de la contienda, a los que asistimos a través de una familia, de un pequeño pueblo de Jaen, el suyo, Quesada, aunque con otro nombre.

Por norma general, la mayoría de relatos sobre la guerra se han contado desde el realismo, el drama crudo y seco, que hablaba del dolor de los españoles y las españolas y del destrozo político de todo un país. Salvo algunas películas contadas con tono de sainete, como La vaquilla de Berlanga, o desde la fantasía, como El laberinto del fauno, de Guillermo del Toro, el realismo y el costumbrismo ha sido el tono en el que nos hemos adentrado en lo que pasaba en la guerra. Para Uclés era importante acercarse desde este prisma por varios motivos. Para empezar: "Facilita ciertos episodios más dramáticos para el lector, es decir, que haya, de vez en cuando tintes oníricos, hace que la lectura sea más fácil, más asimilable".

Por ejemplo, en uno de los episodios, donde el autor habla de la dureza del exilio y los campos de concentración franceses, muestra como uno de los republicanos llevaba un puñado de tierra española en la mano. el gendarme le obliga a tirarla y él se la traga, mientras le disparan. "En lugar de describir la sangre saliendo de su cuerpo, lo que hago es contar cómo sale la arena volando. En definitiva, he intentado no describir lo más macabro con tintes sangrientos, sino con tintes oníricos". Así, en el pueblo en lugar de agua, llueve garbanzos, algo que podría pasar en los pueblos manchegos que retrató en su cine José Luis Cuerda. La dureza de la aniquilación de la guerra pasada también por cierto humor.

Otra de las particularidades de la novela es que el narrador está muy presente. El autor es quien nos cuenta la historia y quien juega con el lector y hasta se inmiscuye en las vidas de sus propios personajes. También se entrevista, cara a cara, con el mismísimo generalísimo, Francisco Franco. "Lo hago con Franco y con Unamuno. Es que era necesario. Hay un momento en el que me digo que tengo que hablar con este hombre, con Franco. Y cuando termina lo del Alcázar de Toledo, allí, delante de la pintura de El Greco, tengo una conversación con él. Nada agradable", explica el escritor.

Niega que su novela sea equidistante, una crítica que se ha hecho a algunos relatos recientes sobre la guerra, en una sociedad marcada por el silencio y el no te posiciones, Uclés tiene claro que la equidistancia no define tu texto. "Todo lo contrario. Yo me mojo en todo. Lo investigo, lo critico y lo expongo. Lo que hago es que no soslayo nada. Hay cosas que hizo mal mucha gente de muchas instituciones y yo lo reflejó en la novela. Luego yo tengo mi opinión personal, pero creo que no es interesante, porque lo que intento hacer es dar una radiografía histórica más que política. Yo sé que la política está en todo, como dice Aristóteles, y hay mucha política en el libro también, pero no quería entrar en esa diatriba".

Es así como La península de las casas vacías nos muestra a una familia, cuyos miembros fallecen todos durante la guerra, salvo uno, el padre. No es spoiler, lo avisa el autor desde el prólogo. Es la manera de contar cómo una guerra, provocada por el fascismo, destruyó a una familia, a un pueblo y a un país entero. "Ese es mi objetivo con el libro. Me centro en una familia de 40 miembros. A través de ellos cuento toda la guerra y me acerco a los lugares donde ocurrieron las cosas. Me gustaría, sin embargo, que el lector viera lo que fue la guerra en la familia". Lo íntimo y lo político, pasado por el tamiz de lo onírico para llegar también a una nueva generación, la de los nietos y bisnietos de quienes murieron y sufrieron las heridas de la contienda y del fascismo. "Me considero de la generación de los bisnietos y yo creo que tenemos libertad suficiente ya, porque han pasado más de 80 años, de poder enfrentarnos a ese episodio histórico con total libertad. Yo me he enfrentado con mucho respeto, con todo el rigor histórico que he podido, pero con mucha libertad creativa. No tenía ninguna mochila, ni miedo a mi espalda", reconoce Uclés que ha dedicado parte de su beca Leonardo a documentarse sobre el hecho histórico que recrea.

"Recorrí 25.000 kilómetros, con mi amiga, en coche por toda la península en diez meses. Una locura. Estuve en todas las provincias. Para mí, lo más emocionante fue Alicante, en el Puerto, porque es un lugar donde mucha gente se suicidó, porque la esperanza se había acabado. Esa sensación tan atroz me emocionó mucho. Otro de los lugares impactantes fue Guernika, o la carretera que conecta Málaga con Almería, donde ocurrió La Desbandá. También Paracuellos es muy escalofriante, con todas las cruces y toda la gente que murió allí en cuestión de un par de noches", nos cuenta. Por todos esos lugares pasan los hijos de Odisto, el protagonista, cada uno lucha en un bando. Uno se encuentra con Alberti, George Orwell, con Miguel Hernández. Lucha en la Batalla del Ebro y se enfrenta con su hermano, fascista convencido a las órdenes del ejército sublevado. El padre, cuyo nombre nos recuerda al Odiseo de Homero, también debe abandonar el pueblo, cada vez más acorralado por las tropas y los bombardeos.

Haber recorrido los lugares de la guerra y haber investigado sobre el genocidio español han hecho que Uclés se involucre en cuestiones de memoria. "Quiero mantener un perfil activo en cuanto a memoria histórica, porque es necesaria y todo lo que pueda hacer para que haya una memoria fuerte, como ocurre en Alemania". El escritor vivió allí y pone como ejemplo su forma de mirar al pasado. Sin embargo, en España asistimos a nuevas leyes que tratan de evitar que se abran las fosas comunes, donde yacen miles de fusilados y desaparecidos, y se investigue sobre lo ocurrido. Concordia lo llaman. "Lo que no puede ser es que el otro día, en Plaza de España, en Madrid, hubiera 50 jóvenes cantando el Cara el Sol. Iba con mi amigo francés y le tuve que decir, por vergüenza, que eran scouts. Tenemos que evitar todas las cosas que puedan llevarnos a conflictos parecidos, pero en lugar de eso, seguimos permitiendo ciertos gestos", dice sobre los cánticos fascistas.

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada...