La conversión del Dépor en 'piña mecánica' para volver al fútbol profesional
El Deportivo de La Coruña ha necesitado 4 años para escapar del momento más bajo de su historia
La victoria de este domingo del Deportivo sobre el filial del Barça por 1-0 supone algo más que un ascenso a Segunda División de un histórico del fútbol. LaLiga recupera para sus competiciones al único campeón que había desaparecido del panorama profesional después de un periodo que se ha prolongado durante los últimos 4 años. Sonados llegaron a ser sus intentos frustrados de resurgir desde la 1ª RFEF, pero en esta ocasión vuelve a adquirir un significado alegre el mítico "cuánto sufrimos" atribuido a una leyenda del club como Arsenio Iglesias. Apenas un año después de la marcha del 'zorro de Arteixo', su Dépor recupera los motivos para celebrar una fiesta que las matemáticas ya no quitarán de los "fuciños". Qué mejor homenaje.
Tocó fondo el conjunto herculino en la categoría de bronce, a la que cayó en pleno 2020 en un verano sin público en las gradas y con los conocidos condicionantes del 'caso Fuenlabrada' de por medio, y ha tenido que reinventarse para cumplir con su favoritismo entre campos mucho más modestos a los que había acostumbrado. El 'shock' después de aquel golpe a punto estuvo de seguir cobrándose desgracias en A Coruña, y es que el equipo encadenó proyectos fallidos a pesar de los medios teóricamente superiores a los de la división o de los nombres de sus plantillas. Incluso con el nuevo músculo económico que supuso la llegada de Abanca como máximo accionista del Deportivo, el equipo sufrió incluso para no acabar relegado a la 2ª RFEF en su primer año fuera del fútbol profesional.
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Tras ello, dio la sensación de que el equipo dio con la tecla en un segundo intento que rozó, esta vez sí, el ascenso de vuelta a segunda. Pero la realidad fue cruel para el conjunto que dirigió en la 2021/22 Borja Jiménez, quedándose a las puertas de la gloria en un escenario propicio para el festejo blanquiazul. El 'play off' en 'casa' y recibiendo al Albacete en la final quedó superado, pero no olvidado. En estos años quedó demostrado que las promociones generaron más traumas que otra cosa en el deportivismo, y es que también el pasado año sus opciones de ascender se apagaron tras un partido de película en Castellón. No por haber encadenado varios 'palos' con anterioridad fue sencillo de digerir, y es que el recuerdo de aquella tarde hizo mella en la última pretemporada e incluso en los inicios de ésta, por muy exitoso que haya sido su desenlace.
Sacrificios indispensables para crecer
La necesidad de cambios fue nuevamente obligada. Dolorosas fueron las salidas de pilares en el equipo hasta entonces como Alberto Quiles o Mario Soriano, antes de una temporada en la que también hubo que reinventarse sobre la marcha. Los resultados no acompañaron desde un inicio marcado por las lesiones sensibles, el bajo rendimiento de algunos fichajes reclutados con el cartel de importantes o los serios apuros clasificatorios. En descenso llegó a verse el Dépor en la octava jornada y, llegados ya a Navidades, ni los más optimistas del lugar confiaban en que el equipo, inmerso en una insípida media tabla, pudiese remontar los más de 10 puntos que llegaron a separarle entonces del liderato del grupo 1.
Quizás es poco decir que Imanol Idiakez se vio con un pie fuera del banquillo en el pasado diciembre. No obstante, en los momentos más críticos, el entrenador salvó la cabeza con dos remontadas inesperadas ante Barça Atlètic y Arenteiro, que acabaron por establecer un punto de inflexión. Aliviados por los 'match ball' salvados, los jugadores del Deportivo resetearon durante las vacaciones para reencauzar su situación con aire fresco desde su cantera y grandes sacrificios en su vestuario.
Intervenir se antojó necesario para intentar salvar una campaña muy cuesta arriba, pero las modificaciones en enero dieron con la tecla. Muy comentada fue primero la ruptura de contrato del capitán Ian Mackay. También hubo que rectificar el papel de los fichajes de más relumbrón del verano y que terminaron ejerciendo un rol, como mínimo, secundario. Anecdótico fue también el particular sacrificio de una pieza fundamental como Pablo Martínez, cortándose la melena para rememorar sus temporadas de mayor gloria y, casualidades o no, a la vista está su buen resultado.
La magia del 'efecto piña'
El tópico de convertirse en una piña para avanzar como equipo ha ido un paso más allá en el Deportivo. Las redes sociales avivaron en invierno esta conversión, que en A Coruña ha sido literal y arrolladora. Desde que las piñas en emoji asolaron las cuentas de los deportivistas, llegando incluso a las gradas en todas sus versiones (frutas, disfraces, pancartas...), a la plantilla y con el aliento del propio club, los blanquiazules no han vuelto a lamentar una sola derrota. La delicada situación de los primeros meses ha quedado solventada tras las goleadas encadenadas de febrero y la prolongación de las buenas sensaciones hasta el día de hoy. A dos jornadas del final, el Dépor se mantiene invicto en toda la segunda vuelta liguera.
En consecuencia, nuevos ídolos han brotado en Riazor, que está gozando de una mezcla en su campo de jóvenes talentos y experimentados veteranos procedentes de la élite. 'Nenos' de verdad como David Mella o Yeremay han tirado la puerta abajo del primer equipo y han dado sus primeros pasos de cara a un futuro de lo más prometedor. Más son todavía los que vienen por detrás, que vienen deslumbrando a nivel nacional en categorías juveniles, pero de momento han encajado a la perfección con hombres curtidos en mil batallas como Mikel Balenziaga, Ximo Navarro o Lucas Pérez.
Mención especial merece, por supuesto, 'O Neno' de Monelos. Cambió la primera división por el Deportivo de La Coruña hace año y medio, protagonizando sin duda la operación más mediática de la categoría de bronce, y su esfuerzo para devolver al club de sus amores a la élite empieza a verse recompensado con este ascenso. Tampoco fue un curso sencillo en lo personal para el '7', que en esta liga no rompió su mal fario de cara a portería hasta pasado Año Nuevo, pero se afinó a tiempo para ser diferencial en el tramo decisivo. Sonríe Lucas Pérez, sonríe el Dépor, sonríe A Coruña y seguro que más de un nostálgico del fútbol, que volverá a contemplar a un histórico que comienza a resurgir de sus cenizas.
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