El Congreso de los Diputados ha aprobado este jueves la ley de amnistía para los implicados en el procés, después de un áspero y tenso debate, con gritos e insultos mayoritariamente proferidos desde los escaños de Vox, en el que la presidenta de la cámara, Francina Armengol, debió llamar al orden en varias ocasiones. Tras una votación a viva voz, la amnistía salió adelante con el respaldo de 177 diputados, mientras 172 se pronunciaron en contra y no hubo abstenciones. En el momento en el que votaban el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y otros miembros de su Gabinete pudieron escucharse gritos de «traidor», «dimisión» y «fuera» en el hemiciclo. En las imágenes del Congreso, se ha podido ver al jefe del Ejecutivo negar con la cabeza y Armengol ha tenido que pedir silencio. El ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, se ha referido a este hecho como «bastante poco democrático». «No me sorprende, aunque es lamentable», ha dicho. El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, ha asegurado que «Vox ha venido a reventar el pleno»: «Pero por suerte lo hemos evitado». La sesión de esta jornada era consecuencia de que el Senado, donde el PP tiene mayoría absoluta, aprobase un veto a la amnistía, con lo que la norma fue devuelta al Congreso, donde el PSOE y sus socios parlamentarios le han dado el visto bueno definitivo. Previamente a esos gritos, la presidenta del Congreso, Francina Armengol, ha tenido que intervenir al término del turno del líder de Vox, Santiago Abascal, para dirigirse a los parlamentarios ante la tensión en el Hemiciclo: «Por favor, basta ya». Abascal ha denunciado que la ley de amnistía es una cesión más del Gobierno de coalición para que Pedro Sánchez pueda continuar en el poder, así como «el mayor acto de corrupción política» perpetrado en España desde 1978. El político ultraderechista ha advertido de que «lo peor» de Sánchez «está por llegar» y ha augurado que este Gobierno pasará a la historia por haberse aliado con lo «peorcito del globo, en el interior y en el exterior», y con todos los «enemigos de España», es decir, con los que quieren que a este país «le vaya mal». Cuando abandonaba la tribuna el presidente de Vox, el diputado de Sumar Gerardo Pisarrello ha pedido la palabra «por alusiones» y para responder a Abascal. Armengol le ha dejado intervenir y, a continuación, ha negado la intervención al portavoz adjunto de Vox, José María Figaredo, que también pidió la palabra. Por este motivo, la bancada de la ultraderecha ha empezado, desde sus escaños, a proferir insultos y gritos. El propio Figaredo se ha mantenido en pie verbalizando -aunque con el micro apagado- su malestar por la decisión de la presidenta de la Cámara. «Por favor, señores y señoras, intentemos no dar este espectáculo que la gente no se lo merece, por favor, señores y señoras diputadas», afirmó Armengol, al tiempo que intentaba que el Pleno continuase y que el portavoz del PSOE Artemi Rallo iniciase su intervención. Sin embargo, lejos de apaciguarse los ánimos, mientras Rallo intentaba arrancar, los diputados de Vox no dejaban de gritar y llamar «traidor» al diputado del PSOE. “Esta mala educación no lleva a ningún sitio, por favor pido respeto a la Cámara y a la gente que nos está escuchando. Por favor, señores y señoras, los que están insultando, basta”, demandó insistentemente Armengol. Pero la tensión provocó que el debate en el Pleno quedara varios minutos interrumpidos hasta que se reanudó, finalmente, con hasta tres diputados de Vox llamados al orden por primera vez por Armengol: José María Figaredo, José María Sánchez y Manuel Mariscal. La presidenta del Congreso optó por mantener las formas y pidió en varios momentos a los diputados de Vox que desistieran: «Esto no es posible». «Ser demócrata implica saber escuchar al que piensa diferente», afirmó Armengol, quien les pidió que escucharan con el mismo «respeto» que se mantuvo en la intervención de Abascal «aunque muchos no compartan sus ideas». Antes de que Rallo reanudase su intervención, la presidenta instó a los parlamentarios, especialmente a los de Vox, a exhibir “el mismo respeto para todos y para todas«: »Esto se merece la ciudadanía y no estos gritos e insultos.