Harto de todo
"La suma de cosas que hay que hacer o aguantar continuamente, hasta que uno se va a la cama, conduce a la saciedad absoluta. Cómo no soñar, cuando imaginas la vida que te gustaría llevar, con no hacer nada, no estar cerca de idiotas o farsantes, no tener que verlos ni oírlos"
Harto de todo
Galicia
Es imposible llegar al final del día sin decir no sé cuántas veces en voz alta, o entre dientes, «Estoy harto. Harto». O por lo menos pensarlo. La vida funciona por acumulación de acontecimientos, decisiones, inconvenientes, esfuerzos, también tonterías, que, inevitablemente, se traducen en cansancio y más cansancio, aunque haya risas, y alegría. Si un día, de milagro, no dices «Estoy harto», cosa rarísima, se lo escucharás decir a un amigo, a un compañero, a una pareja, o alguien que pasa farfullando a tu lado. En realidad, todo el mundo está harto, hartísimo, por distintas razones. La suma de cosas que hay que hacer o aguantar continuamente, hasta que uno se va a la cama, conduce a la saciedad absoluta. Cómo no soñar, cuando imaginas la vida que te gustaría llevar, con no hacer nada, no estar cerca de idiotas o farsantes, no tener que verlos ni oírlos. Ay. Lloro de felicidad al pensarlo. No hacer nada, no tener que resolver papeletas, quizá sea la réplica perfecta a estar harto. En esa tesitura, la vida pasaría de funcionar por acumulación a hacerlo por descuento, y de resultar pesada, a ser ligera. Ahora bien, figurarse en detalle cómo devendría la sucesión de días, semanas, años no haciendo nada, y sin noticias de algún gilipollas de vez en cuando, puede provocar miedo al vacío, angustia, nostalgia, tedio, que bien podría llevarte a decir «Estoy harto de no estar harto».