Saúl Craviotto es leyenda: se convierte en el deportista olímpico más laureado de la historia
El deportista ha obtenido su sexta medalla en los Juegos Olímpicos de París 2024
Cuenta que cuando sus padres le dejaron en el CAR de Madrid con 15 años se le encogió el estómago y que antes de una final como la de este jueves, ya con 39, todavía le pasa. Pero mantener el equilibrio al entrar en la piragua y esperar a que el árbitro diga "ready" y "go" activan al campeón total que hay tras el nombre de Saúl Craviotto en cualquier competición.
Este jueves en París, a meses de cumplir 40 años, aquel chaval que en Pekín 2008 subió al podio olímpico por primera vez con Carlos Pérez Rial ha superado un récord que pasará a la historia al convertirse en el deportista español con más medallas olímpicas, seis, y superar la marca de David Cal, pionero de su deporte y ganador de cinco entre Atenas 2004 y Londres 2012.
Más información
- La "liberación" de Saúl Craviotto en 'Carrusel' nada más colgarse su sexto metal olímpico: "Todo el mundo esperaba medalla de nosotros"
- Craviotto se acuerda de Carolina Marín tras su bronce y ella le deja este sentido mensaje: "Tu figura va más allá de lo que has ganado"
- La euforia de los padres de Saúl Craviotto tras coronarse como el español con más medallas olímpicas: "Es único"
Saúl Craviotto, policía nacional de profesión, originario de una familia de constructores navales genoveses que se trasladaron a España y dedicado de pleno al piragüismo desde adolescente, ha agrandado su leyenda, la que hay tras una persona sencilla, comprometida, padre de tres hijas, pero deportista total.
Después del oro y el bronce que ganó en Río 2016 y sin imaginar la proyección que iban a darle sus logros deportivos y su participación como "celebriti" en un programa televisivo, Saúl Craviotto Rivera (Lleida, 1984) resumió en doscientas páginas cómo había trabajado para llegar a eso.
"4 años para 32 segundos. La recompensa del esfuerzo". Fue el título al recorrido de su vida deportiva, con escalas importantes como la primera, cuando de niño, su padre, Manuel, también piragüista, le metía en la bañera de su piragua. La segunda, con sus ganas de ser futbolista, con Carles Puyol como referente, pero como "chupaba mucho banquillo" lo dejó después de una temporada. "Hay que acabar lo que se empieza", frase que tiene como máxima.
A la vez que el fútbol siguió con el piragüismo, aguas bravas primero y luego esprint, y a base de entrenarse ganó el campeonato de España y llegó la carta de la Federación Española con el ofrecimiento de entrenarse en el CAR de Madrid. Fue difícil, pero con 15 años, hizo las maletas y creció de golpe.
Desde entonces, el triángulo entre físico, mente y relaciones sociales, junto a una nutrición en la que su esposa ejerce un papel clave -"la dieta de Celia"-, son su base diaria. En ella trata de fraccionar objetivos, primero una palada y luego otra, y en ella ha tenido momentos muy duros y cercanos al abandono.
Contado por él, de lo más duro fue el Mundial de Milán de 2015, en el que un desequilibrio le dejó sin plaza para los juegos de Río. LLegó al campeonato con un nivel de presión tan grande que no pasó ni a la final. Esa decepción le activó un chip para ilusionarse por los retos, pero sin obsesionarse.
En Río compitió porque en la última opción de clasificación lo consiguió en Duisburgo. Su entrenador, Miguel García, "un segundo padre o un hermano mayor" para él, se inventó un K2 con Cristian Toro que también fue oro. En Brasil también ganó un bronce en K1 200, modalidad que cuatro años antes en Londres 2012 le valió una plata.
"Gana el que más resiste"
Craviotto pronuncia con orgullo y agradecimiento nombres como el de Miguel García y el de quienes han sido o son sus compañeros, "entre risas y competencia sana", como los del K4 que capitanea, Marcus Cooper, Rodrigo Germade y Carlos Arévalo, envidiable imagen de España este verano.
También Carlos Pérez Rial, "Perucho", alguien que, según cuenta, "se adaptó a su forma de palear para que la sincronización fuera perfecta" hacia su primer oro en el K2 200 de Pekín 2008; Carlos Toro, "todo nobleza, que supo aceptar su rol" para el oro del K2 200 de Río 2016
"En el deporte de alto nivel no siempre gana el mejor, sino el que más resiste". Su resistencia a partir de ahora se verá más adelante pero hasta esta fecha le ha convertido en alguien único con seis medallas: Un oro en K2 500 en Pekín 2008 (K2 500), una plata en K1 200 en Londres 2012, un oro en K2 500 y un bronce en K1 200 en Rio 2016, una plata en la capital japonesa en el K4 500, embarcación con la que en París se colgó el bronce.