Robe (Extremoduro) confiesa que escucha reguetón "como todo el mundo" y explica por qué es "lo contrario que el rock"
La llamada de 'Fuego y Chinchetas' tenía que durar 30 minutos y, al final, fueron más de 45
Fuego y Chinchetas | Entrevista a Robe Iniesta (Extremoduro)
33:09
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Madrid
Robe Iniesta está de gira: este verano aún tiene que tocar en Cuenca, Toledo, Alcalá de Henares, Logroño, Granada o Murcia, y seguirá presentado su disco Se nos lleva el aire hasta noviembre, con un doble concierto en el Wizink Center de Madrid. Así que, aunque sostiene que no le gusta dar entrevistas, el que fuera líder de Extremoduro está accediendo a hablar con algún periodista de vez en cuando y, aunque la llamada de Fuego y Chinchetas tenía que durar 30 minutos, al final fueron más de 45... y entrando en todos los temas. ¡Incluso los más inesperados!
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La sección de Fuego y Chinchetas en el programa A vivir que son dos días del pasado 17 de agosto se centró en las canciones de urban —de Rosalía a Bad Bunny, pasando por KAROL G— versionadas por bandas de la escena indie. Un acercamiento entre dos mundos que ha generado reacciones de todo tipo: sorpresa, cabreo, fascinación... Sea como sea, si no hubiera sido por eso, seguramente no le habríamos sacado el tema a Robe Iniesta. Pero Titi me preguntó de Karavana se nos había pegado tanto que, teniendo al líder de Extremoduro al otro lado del teléfono, no nos pudimos contener: ¿el autor de Jesucristo García también escucha reguetón?
"Bueno, como todo el mundo", responde. "¡Por obligación! Como no escapes de ello, te lo ponen en todos los lados. Pero el reguetón es todo lo contrario que el rock, que siempre ha sido una música underground y tienes que ir a buscarla. El reguetón, en cambio, es todo lo contrario: es una música de la que tienes que escapar. A nada que pongas la radio o que entres en cualquier sitio, te topas con ella... Pero es una música que no me gusta para nada".
Cómo triunfar sin sonar por la radio
Robe sabe de lo que habla. Con el tiempo se ha convertido en una leyenda de la música y, para muchos, se trata del mejor compositor y letrista de la historia del rock español. Sus discos llegan siempre al número 1 y para muchos de los conciertos de la gira Ni santos ni inocentes ya no quedan entradas. Pero en los 90, cuando Extremoduro publicó discos tan importantes como Deltoya, Agila o Canciones prohibidas, sus canciones no sonaban en la radio.
Media España se sabía de memoria los estribillos de Salir, So payaso o Ama, ama, ama y ensancha el alma, pero sus discos no contaban con el apoyo y la promoción que merecían. Eso sí, gustaban tanto que las cintas, originales de gasolinera (como las Camela) o copiadas en un radiocasete de doble pletina, se fueron pasando de mano en mano.
"No tengo ninguna explicación", señala Robe. "Es algo que siempre ha sido así y me da un poco igual. Algunos me decían que, claro, hacíamos canciones muy largas... Pero yo decía que, con esas letras, aunque duraran 2 minutos, tampoco las iban a poner, así que no tenía por qué preocuparme".
"Que me entierren con la picha por fuera"
Las letras de Extremoduro son un capítulo aparte del que se podría hablar durante horas, pero en la entrevista del A vivir pudimos preguntarle por unos inquietantes versos de La vereda de la puerta de atrás: "Si me espera la muerte traicionera / y antes de repartirme del todo, me veo en un cajón / que me entierren con la picha por fuera / pa que se la coma un ratón". ¿De dónde sale algo así?
Al leer ese fragmento de la canción, Robe se echa a reír. Pero accede a contarlo: "Es una metáfora de entregarte por completo y de que todo lo que hagas sirva para algo o le sirva a alguien. Pero en las canciones hay muchas metáforas y no hay que tomárselas al pie de la letra".
Robe Iniesta, de todas formas, ya ha demostrado que, además de letras de canciones, también se desenvuelve muy bien con otros géneros. En su primera y —por el momento— única novela, El viaje íntimo de la locura, sorprendió con una brillante mirada literaria que, por supuesto, mezcló a la perfección con su instinto más macarra y su afición por los tacos.
"Me quedé con ganas de más y no digo que no lo vuelva a hacer", asegura. "Escribir prosa es más agradecido que escribir canciones o poesía porque, en esos casos, el momento creativo dura muy poco, mientras que con la prosa dura mucho. Hay muchos días en los que creas algo y te vas a la cama satisfecho... Para hacer música, además, necesitas gente, local, cacharros, quedar... Con la prosa es mucho más sencillo: abres el ordenador y lo puedes gozar. Así que, si me llega esa chispa, yo estoy abierto. ¡Me lo pasé muy bien escribiendo!".
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