De la histeria histórica a la contemporánea, ¿qué nos pasa, doctor?
El amor, el deseo y las pasiones atraviesan esta Hora Extra. Desde la histeria histórica de Adrienne Lecouvreur en la Francia del siglo XVIII, pasando por Bernardita de Lourdes en el XIX a la depresión de nuestros tiempos. Un viaje a la oscuridad, acompañados del amor y a través de los libros, el teatro y la ópera
De la histeria histórica a la contemporánea, ¿qué nos pasa, doctor?
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"Amar el arte o la patria es como no dudar un momento del derecho que tienen a existir. Odiar a alguien es sentir irritación por su simple existencia. Amar una cosa es estar empeñado en que exista; no admitir, en lo que depende de uno, la posibilidad de un universo donde aquel objeto esté ausente", escribió Ortega y Gasset. El amor es fantasía, el mundo de las bellas mentiras, afirma uno de nuestros invitados y que también se niega a concebir la ausencia de los seres amados.
Amor, celos y traiciones en el París del siglo XVIII atraviesan Adriana Lecouvreur, la ópera con la que el Teatro Real inaugura temporada. Adrienne Lecouvreur fue una de las más famosas actrices de la Comédie Française y su muerte a los 38 años, de manera inesperada, inspiró una de las óperas más populares de la historia. Con partitura del compositor italiano Francesco Cilea, Adriana Lecouvreur cuenta con una elegante producción del escocés David McVicar, que inició trayectoria en la Royal Opera House de Londres y que ahora llega a Madrid, recreando el mismo ambiente dieciochesco de la historia original.
Esta pieza sentimental nos cuenta la historia de amor de Adriana por Maurizio, de su rivalidad con la princesa de Bouillon y de su propia muerte. Amor, celos y sufrimiento que en el primer elenco podremos escuchar en la voz de una de las cantantes más importantes del mundo, la soprano albanesa Ermonela Jaho, que define su personaje, el de Adriana, como un personaje completo y muy real, con todos los sentimientos humanos para conectar con el público.
El Teatro Real vuelve a celebrar la Semana de la Ópera con la retransmisión de esta obra inaugural de temporada el 28 de septiembre en teatros y auditorios de toda España, por streaming.
Vivimos para amar y ser amados, afirma Gustavo Martín Garzo. El escritor reflexiona mucho sobre el amor en El cuarto de los sombreros, su última novela editada por Galaxia Gutenberg. La novela tiene dos historias diferentes. Las protagonistas de El cuarto de los sombreros son dos mujeres: Paulina, que antes de morir ha escrito un libro sobre la relación que mantuvo con Carmiña, una septuagenaria que considera que esa historia es inventada. El cuarto de los sombreros tiene una segunda historia, La mentirosa, inspirada en la niña Bernadette, aquella pastora que tuvo visiones místicas en Nevers en la segunda mitad del siglo XIX. Las dos historias atravesadas por la ficción y la realidad, qué es verdad y qué mentira.
"El amor es como entrar en el en el mundo de la fábula, donde todo es posible y por eso no puedes prescindir de él, porque lo que vives en esos instantes es algo que en ningún otro momento vives. Y en la medida en que lo has vivido, lo único que quieres es repetirlo clarísimamente", dice Martín Garzo. Entrar en ese cuarto de los sombreros es adentrarse en un mundo de fábula, porque ocurren cosas fascinantes, como mágicas. Lo mismo que en la oscuridad de esa gruta en la que Bernadette ve una llama, una luz, "un lugar de iluminación que también me recuerda al cine. El cine era así, una sala oscura, como la cueva de Bernadette, en la que entras, se apagan las luces y de repente hay una luz que incide sobre la pantalla y aquello se llena absolutamente de imágenes", explica el cinéfilo confeso.
Dice Gustavo Martín Garzo durante la conversación que las personas de las afueras, en los márgenes, son las más necesitadas de fábula, de fantasía para poder expresarse. Y está de acuerdo nuestra siguiente invitada. La escritora, dramaturga y directora de escena Carla Nyman debutó hace un año en la novela con Tener la carne, un thriller muy almodovariano que radiografía los celos, el cuerpo y los fluidos en una sociedad que nos exige ser perfectos y pudorosos en público. Nyman nos presenta ahora Hysteria, el primer gran estreno de la temporada en el Teatro de La Abadía, un texto escrito y dirigido por ella con dos intérpretes, Lluna Issa Casterà y Mariano Estudillo.
Hysteria nos lleva a un hospital. Un doctor está explorando a Agustina y acaba metiéndose en el interior de su cuerpo, que lo absorbe. Ahí comienza un viaje por lo que parece un museo de arte contemporáneo. La histeria recuerda a aquellas terapias del neurólogo Jean Martín Charcot, que retrataba a sus enfermas como personajes femeninos de Shakespeare y utilizaba el teatro como terapia en el siglo XIX, exponiendo a las pacientes al público burgués, como recordaba la temporada pasada Lola Blasco con El teatro de las locas. "A nosotros y a nosotras nos interesaba explorar de qué manera llega la histeria a nuestros días y ya no podemos hablar realmente de histeria como tal, porque eso respondía más bien a una descarga de malestar reprimido por parte de estas mujeres que habían sido relegadas absolutamente al espacio privado de la casa, que es lo que se conoce como los ángeles de del hogar", explica Nyman. "A día de hoy creo que la histeria llega dada la vuelta del revés. Ahora realmente hablamos de depresión y manía, que son los dos grandes males de nuestro siglo. Ya no es una descarga de malestar, sino una represión de nuestro malestar y de nuestra vulnerabilidad. Porque estamos sometidos y sometidas a estos valores culturales dominantes, patrocinados por el neoliberalismo y el capitalismo, que no paran constantemente de bombardearnos con mensajes del tipo tú puedes con todo, tú solo, no necesitas a nadie, eres el mejor, el jefe de ti mismo. Esto es peligroso, no querer expresar la vulnerabilidad, negarla y estar performando constantemente una especie de fantasía de la invulnerabilidad o fantasía de la omnipotencia", añade.
En ese museo de arte contemporáneo que es el interior del cuerpo y psique de esta paciente, Agustina, aflora todo un universo. Nos vamos a encontrar con un rosario, con un perro heideggeriano, con muchas pinturas del francés Gustave Courbet y, sobre todo, pinturas de pintoras finlandesas. "Porque ese país parece que representa la asepsia o la perfección, ese lugar en el que nadie padece nada y luego es totalmente tramposo. Finlandia siempre ha sido coronado como uno de los países más felices del mundo, pero tiene unas de las tasas más altas de suicidio", explica. La salud mental es el tema de la obra. De todo ello hemos hablado con Carla Nyman, la entrevista en SER Pódcast.
Hysteria, de Carla Nyman. Un chequeo médico a los males del neoliberalismo y el capitalismo
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El Teatro del Barrio ha sido reconocido esta semana con el Premio Nacional de Teatro 2024, por hacer del teatro un hogar y espacio de proximidad con el territorio en el que se integra y por su apuesta por la descentralización. Diez años cumple Teatro del Barrio, 30 la Sala Mirador que dirige Juan Diego Botto, que esta semana nos ha presentado su programación. "Si la Mirador alguna vez recibiera un premio así, lo que nos gustaría es que destacaran que hemos contribuido a generar nuevos espectadores, que hemos contribuido a generar un debate público, que se premiara un teatro honesto y con vocación social", dice Botto.
Entre esos temas sociales, el de la vivienda es uno de los que más preocupa al actor, director y dramaturgo. "Mi hija tiene 15 años y le preguntaba cómo se veía con 26, cómo te imaginas con 26, cómo te imaginas tu casa. Y me dijo: pues imagino que estaré compartiendo piso, porque tendré un trabajo que no me dará dinero suficiente como para tener una casa propia. Con 15 años ya no pueden imaginar, fantasear, están constreñidos por esa realidad de esto es lo que hay, no voy a tener casa, no voy a tener un trabajo que me permita tener una casa", se lamenta, "el problema de la vivienda lo atraviesa todo". Botto nos ha contado que tiene una propuesta: invitar al público a ver una asamblea de vivienda, en este caso la Asamblea de vivienda de Carabanchel. "Gente real, que están luchando por sus desahucios e invitamos al público a que vengan a verlo. Es como si fuera una obra de teatro, pero es una asamblea real, con gente contando sus problemas de vivienda y donde no hay trampa ni cartón".
En la Sala Mirador pueden disfrutar estos días de Eclipse Total, de Pont Flotant, una divertida reflexión sobre la vida y la muerte ganadora del Premio Max 2023 a la Mejor Autoría Teatral.
Y terminamos descubriendo esta semana la Casa de Velázquez, en Madrid, que acaba de inaugurar Embrujo. Los Mundos de Miguel de Molina, una exposición extraordinaria que nos descubre al artista más desconocido. Multidisciplinar y renovador de la copla, su forma de entender el arte revolucionó la época convulsa de la que fue espejo. Represaliado por el Franquismo, una brutal paliza al salir del Teatro Pavón después de actuar le forzó al exilio en México y Argentina. Miguel de Molona falleció en Buenos Aires en 1993, retirado desde hacía años, que dedicó a escribir sus memorias.
Tras una profunda investigación, la Fundación Miguel de Molina nos revela ahora en esta exposición aspectos nuevos de este personaje tan rompedor como incomprendido, una gran figura de la cultura española sepultada en el olvido durante décadas. La exposición indaga en el universo creativo del artista malagueño con un recorrido por su vida personal y artística a través de imágenes, carteles, documentos, escritos -muchos inéditos- fotografías y piezas de vestuario únicas, como algunas de sus blusas originales que él mismo diseñaba y cosía. Todo acompañado de textos en primera persona sacados de sus diarios y sus memorias.
La muestra forma parte de un proyecto de investigación vinculado a la apertura del Archivo de la Fundación Miguel de Molina, respaldado por el Institut universitaire de France, la Casa de Velázquez y las Universidades de la Sorbona y Toulon, en colaboración con la École Normale Supérieure de Lyon y la Universidad Grenoble Alpes.