Cuando pensamos que un "hijo de puta" al presidente del Gobierno era lo peor que podíamos escuchar

Madrid

La legislatura, recordarán, empezó con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, llamando "hijo de puta" a quien iba a ser presidente del Gobierno. Una frase que un asesor ocurrente convirtió en un "me gusta la fruta" de la que se hicieron incluso camisetas, como se hicieron también del infame "que te vote Txapote". A partir de ahí todo era susceptible de empeorar. Y así ha sido. La presidenta madrileña ha ido elevando el tono del insulto y la descalificación contra el presidente Pedro Sánchez. El límite, que no dudo que se va a sobrepasar, fue el último pleno de la asamblea madrileña. Les ahorro repetir todo lo que la presidenta madrileña dijo allí. Le sigue de muy cerca el portavoz popular, Miguel Tellado, exhibiendo fotografías de socialistas asesinados por ETA en el Congreso de los Diputados.

Ahora ella, Ayuso, se escuda en lo que califica la difamación contra su persona y su pareja para no asistir a la cita prevista para el viernes con el presidente del Gobierno en Moncloa. Y lo hace desautorizando al mismísimo presidente de su partido, Alberto Núñez Feijóo, que dijo en una entrevista que dar plantón a Sánchez era un error. Ayer Feijóo se quedó mudo, no dijo nada sobre el desaire de Ayuso, aunque en el partido salieron a navegar sobre distintas explicaciones con una gran debilidad argumental. El principal argumento es que a Ayuso los madrileños le importan un bledo.

El PSOE observa como el PP se enreda, mientras Ayuso socava la autoridad de su jefe, y recibe el mismo día el archivo de la querella que presentaron los populares por presunta financiación ilegal del PSOE. Para la posteridad quedará también el ridículo de Borja Sémper en la puerta de la Audiencia Nacional defendiendo una querella basada en una información de una web que mostró a un encapuchado con la voz distorsionada hablando de bolsas con dinero que entraban en Ferraz.

Pero ahora el PSOE dice que ellos también, que va a haber querella contra el PP, en este caso por injurias. Y de esta manera los socialistas entran en el bucle de la justicia con esta imparable judicialización de la política. Un espectáculo al que muchos ciudadanos asisten atónitos porque el intercambio de demandas era algo habitual en los programas del corazón, por ejemplo, pero parece haberse instalado ahora en la política como una práctica normal.

Y claro, una puede pensar, esto ya no puede ir a peor, y es entonces cuando recuerda que la legislatura comenzó con una presidenta autonómica llamando "hijo de puta" al futuro presidente del Gobierno desde la tribuna de invitados del Congreso de los Diputados. Y entonces pensamos que aquello era lo peor que escucharíamos nunca.