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Sociedad

¿Qué sentido evolutivo tiene la vergüenza?

Esta semana Raquel Mascaraque, periodista especializada en psicología, vuelve a 'Si amanece' para responder a esta pregunta de un oyente y explicarnos qué aspectos de nuestra vida influyen en el desarrollo de esta emoción, la vergüenza

¿Qué sentido evolutivo tiene la vergüenza?

Es difícil encontrar una explicación al sentido evolutivo de la vergüenza, así como sentimientos como los celos tienen un claro sentido y su origen se puede encontrar fácilmente, una emoción como la vergüenza no tiene un claro valor para la perpetuación de la especie.

La vergüenza y la culpa son emociones más complejas de analizar e investigar porque son emociones sociales y varían mucho dependiendo del lugar en el que se vive. Se pueden denominar como emociones autoevaluativas o sociales, porque surgen cuando nos valoramos de forma positiva o negativa en relación a lo que creemos o nos enseñan que es correcto.

Esto depende en gran medida de lo que hayamos vivido y donde, lo que está mal visto en España puede ser de lo más normal en otra parte del mundo. Podemos hablar de cosas que están bien vistas en ciertos momentos o en otros no.

Por ejemplo, en Japón celebran el festival del pene en honor a la fertilidad todos los años, el primer domingo de abril llenan las calles de penes en todos los formatos, ilustraciones, dulces, esculturas y los fondos recaudados se destinan a la investigación del sida. En España, el único momento que sueles ver por la calle figuras de penes es en las despedidas de soltera.

Es por eso que el famoso “tierra trágame” suele aparecer cuando incumplimos las normas sociales que consideramos obligatorias. Y al final somos una especie social que necesita ser aceptada en grupo para sobrevivir.

La mayoría de los autores coinciden en que para sentir vergüenza y culpa se tiene que tener cierta noción del yo que te permita valorar tus propias acciones en base a las normas, porque al final la vergüenza es una emoción más pública, ya que surge de la desaprobación de los demás, como mencionaba Pablo de Sevilla “la vergüenza ajena”. Es un medidor de lo que está bien o dónde debería frenar el resto a no ser que quieras que te aislen.

Cuando sentimos vergüenza, se activan áreas del cerebro relacionadas a cuando nos imaginamos que alguien nos critica. Es decir, no hace falta ni experimentarlo de forma real, sino que pensando en ello ya podemos sentirlo. Al final la vergüenza hace que dirijamos la atención a nuestro interior y nos critiquemos de manera negativa porque de alguna manera sentimos que atentamos contra nuestra propia imagen ideal.

El cerebro prefiere recuerdos positivos, pero ¿olvida los recuerdos malos?

Esta es la pregunta que hizo Adriana Mourelos la semana pasada a Raquel Mascaraque. Cuando olvidamos algún recuerdo malo suele ser un mecanismo de defensa de nuestro cerebro. Cuando experimentamos un trauma, el cuerpo libera muchísimo cortisol, que es una hormona que está relacionada con el estrés y eso afecta al hipocampo, que es un área del cerebro que está relacionada con los recuerdos. Por eso, frente a un trauma, puede que tu cerebro almacene los recuerdos de manera incompleta o confusa.

Otra área implicada en los recuerdos malos es la amígdala, que nos ayuda a procesar emociones, sobre todo intensas, y de alguna manera se vuelve hipersensible y tiende a evitar esos recuerdos para protegerse.

Pero esto no quiere decir que te olvides de ello y punto, puede que comiences a tener pesadillas o respuestas de miedo en situaciones que no entiendes, pero que no seas capaz de recordar el evento traumático de por sí. En eso consiste el trastorno de estrés postraumático por ejemplo, tu amígdala sigue teniendo respuestas de miedo pero la parte racional de tu cerebro no consigue ligar el porqué.

Y luego también se puede bloquear un recuerdo malo de forma voluntaria, pero si te enfrentas a situaciones que te activen el recuerdo no lo puedes controlar tanto.