Formas de dictadura
"Mi hija estaba a punto de cumplir nueve años cuando me dijo por primera vez «Eres un dictador». Para no conocer del todo el alcance de lo que me llamaba, quizás tuviese razón. Porque un dictador no deja de ser un pelmazo, alguien pesadísimo, que si se callase un rato ya sería un demócrata"
Formas de dictadura
Galicia
Mi hija estaba a punto de cumplir nueve años cuando me dijo por primera vez «Eres un dictador». Para no conocer del todo el alcance de lo que me llamaba, quizás tuviese razón. Porque un dictador no deja de ser un pelmazo, alguien pesadísimo, que si se callase un rato ya sería un demócrata. Creo que llevaba días hilando retahílas de órdenes plúmbeas, tan mías: vístete rápido, lávate las manos, baja el volumen, déjame a mí, échalo a lavar, ponlo en su sitio, díselo a tu madre, suma otra vez, come los guisantes, no juegues con el cuchillo, recoge la habitación, come con la boca cerrada, lee más alto, átate las botas, mete la camiseta por dentro, escribe bien, sé sincera, no insistas, cuidado con la cabeza, lávate los dientes, aprieta, suelta, hazlo tú, no lo hagas, sube, baja, habla, caliéntalo, cámbiate las bragas, no lo rompas, péinate, mira la hora, repítetelo, dale al botón, camina despacio, duérmete, camina deprisa, vuelve a la cama. Y etc, etc. Al menos después de cada orden le decía «Por favor». El efecto de algunas enumeraciones es demoledor. Les voy a poner otro ejemplo mortífero: saxofón, trapo de microfibra, pelotas de pádel, amortiguadores, escobillas, pasta de dientes, hilo dental, colutorio, champú, desodorante, bolsas de supermercado, Rólex. Son solo algunas de las compras con las que el célebre novio de Díaz Ayuso pretendió engañar a Hacienda… quizá porque creía que pagar impuestos es otra forma de dictadura.