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Manuel de Falla, músico universal

En realidad, quiso ser escritor y pintor, pero con el tiempo se convirtió en un compositor magistral y el padrino musical de los grandes poetas de la generación del 27.

Manuel de Falla (Archivo Manuel de Falla)

Manuel de Falla (Archivo Manuel de Falla)

Su primer trabajo remunerado fue dando clases de piano a las señoritas de la alta sociedad madrileña. Tuvo una vida larga, pero una de las aventuras más llamativas está relacionada con su obra La vida breve cuyo argumento se desarrolla en el Albaicín, aunque él no conocía Granada, puesto que su primer viaje lo hizo en 1915. La obra fue estrenada 9 años después porque en España no le hacían ni caso y tuvo que ser en París. Y eso a pesar de que con ella había ganado el Primer Premio en el Concurso de la Real Academia de Bellas Artes de Madrid.

Como sus primeros pasos no fueron económicamente muy boyantes, tuvo que dedicarse a escribir música para zarzuelas, que tenían mejor venta. Una de éstas era la titulada Los amores de la Inés, estrenada en el Teatro Cómico de Madrid en 1902 con bastante éxito. Otra fue La Juana y la Petra o la casa de Tócame Roque.

Sube al tren un día de verano de 1907 para entrar en contacto con los artistas más cosmopolitas de París. Se hizo amigo de Paul Dukas, Claude Debussy, Maurice Ravel, Igor Stravinski y también de los españoles Isaac Albéniz o Joaquín Turina. Formó parte del grupo “Los Apaches” porque a Falla no sólo le interesaba la música, sino también otras formas de expresiones artísticas que nutrieron su arte, como el teatro. Varias veces fue a escuchar a Sarah Bernhardt. París vio nacer algunas de las obras fundamentales de su catálogo como las Siete canciones populares españolas o Noches en los jardines de España.

Llegó a Granada en septiembre de 1919 invitado por Ángel Barrios. Acababan de morir sus padres, triunfado con El sombrero de tres picos, y decide quedarse en esta ciudad. Con García Lorca promovió el festival de cante jondo de Granada de 1922 y proyectan un viaje a la Alpujarra granadina con sus títeres y música de Falla. Esos 20 años, hasta su partida a Argentina en septiembre de 1939, se convertirían para él en una época muy creativa y por eso fue nombrado Hijo Adoptivo en 1926 y de Guadix un año después. Llegó a decir: “Me siento en Granada como en el centro del mundo, como si Granada fuese un pequeño París”. Al final acabó un poco harto por el dichoso ruido del gramófono de un vecino que no lo dejaba componer, y por el croar de las ranas de una fuente cercana, pues los ruidos le molestaban y la limpieza era su obsesión.

Los restos del autor de El Amor Brujo o la cantata Atlántida (que tuvo que terminar su discípulo Ernesto Halffter) fueron trasladados desde Alta Gracia (Argentina) hasta su ciudad natal y actualmente se encuentran en la cripta de la Catedral de Cádiz.

 
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