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Malleus Maleficarum, manual para cazar endemoniadas

También llamado “Martillo de las brujas”, es uno de los libros más vendidos y perniciosos de la historia de la literatura escrito por dos monjes dominicos, inquisidores, psicópatas y misóginos del siglo XV.

El Malleus Maleficarum y la persecución de brujas

El Malleus Maleficarum y la persecución de brujas

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La bula papal de Inocencio VIII autorizaba a los inquisidores Kramer y Sprenger a perseguir brujas, algo que estaban esperando y deseando impacientemente los fundamentalistas religiosos que buscaban una buena excusa para empezar su caza de brujas. Tres años después de la bula, en el año 1487, apareció el famoso Malleus maleficarum (o “Martillo de las brujas”) que dio el “disparo de salida” para la caza de brujas. Kramer y Sprenger presentaron su obra a la Facultad de Teología de la Universidad de Colonia el 9 de mayo de 1487 para su aprobación, pero el clero de la Universidad lo condenó por considerarlo ilegal y antiético. Aun así, se publicó y se difundió gracias a la recién creada imprenta.

El Malleus está considerado la auténtica y verdadera Biblia del cazador de brujas en la que se describe todo lo que se sabía de ellas, los rumores más infundados y todas las fechorías que se les achacaba. Consta de tres volúmenes: el primero trata sobre la brujería en general, el segundo señala unos cuantos remedios para evitarla y el tercero contiene las prescripciones legales de una persecución en toda regla (ejemplo: quién debe de ser torturado, cuándo y cómo). Todo un disparate jurídico y teológico.

En el Malleus, entre otras lindezas, se explican nada menos que treinta y cinco formas de torturar a una bruja para que cuente al detalle todos los tratos que ha tenido con el demonio o se describe la afición de las brujas por coleccionar penes que luego insertaban en ramilletes. En este manual se codificó la herejía de la brujería que constaba de tres partes: pacto, aquelarre y vuelo nocturno. Un libro que da cuenta de mil y una barbaridades, aunque visto por su lado positivo –que, aunque parezca mentira, lo tiene- supone un valioso documento histórico y etnográfico para contemplar la brujería de aquella época, ya entrada la Edad Moderna.

En el libro se comenta, por ejemplo, cómo muchas mujeres pretendían haber sido embarazadas por íncubos (supuestos demonios que adoptaban la apariencia masculina) y cómo, a pesar de tener todos los síntomas, al cabo de unos pocos meses de gestación, la hinchazón del vientre y el embarazo desaparecían inexplicablemente. Y eso lo atribuían a la obra del demonio.

Otro aspecto pernicioso de este tratado fue que confería a los inquisidores una presunción de infalibilidad, es decir, que no podían equivocarse en sus pesquisas y sospechas. Su sola palabra bastaba como prueba.

 
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