Para qué sirven las cocinitas en realidad: "Donde ellos ven un juego, muchos padres y madres proyectamos nuestros deseos"

Madrid

Pizzas de madera, espaguetis de plastilina, plátanos de tela, chorizo de plástico, cuchillos sin filo, tenedores sin punta, vasos del tamaño de medio trago, delantales de la medida de baberos, cazos y sartenes en miniatura... ¿Cuántas cocinitas habrán cargado los Reyes estas Navidades? ¡Y cómo las disfrutan los niños! Claro que, donde ellos ven un juego, muchos padres y madres proyectamos nuestros deseos y así conseguimos que se interesen por más alimentos, que establezcan vínculos afectivos con la zanahoria, que deseen hincar el diente a un aguacate...

El siguiente paso es el que va de la cocinita a la cocina. A que se encaramen en el taburete, que se asomen a la encimera y que empiecen a tocar, mezclar, aplastar, remover, cortar... Que comiencen a familiarizarse con el proceso que acaba en ese plato que quizá tampoco se coman.

He de confesar, eso sí, que yo soy de esos padres a los que les ha costado abrir la cocina a los más pequeños, para que no se manchen, para que no se lastimen, para que no rompan nada, en fin, para que no la líen. Ahora sé que es justo lo que tienen que hacer: liarla primero para entenderla después.

A los Reyes les he pedido más paciencia para mí, más curiosidad para ellos y más quitagrasas para todos.