Leiva ha tenido que dejar de hacer una de las cosas que más feliz le hacen por dedicarse a la música: "La lío parda"

"La exposición me perturba y entro en pánico antes de salir a tocar. Nunca me sentí a la altura de esos focos deslumbrantes", son algunos de los versos de 'Leivinha', una de las 14 canciones que conforman el último disco de Leiva, 'Gigante'. En una radiografía de su vida, el cantante del madrileño barrio de Alameda de Osuna se abre en canal sobre las inseguridades que aún siente sobre su popularidad, especialmente al subirse a un escenario ante miles de personas. Con seis álbumes en solitario a sus espaldas y carteles de completo en conciertos en grandes espacios como el WiZink Center de Madrid, con capacidad de 15.000 espectadores, parece mentira que Leiva sienta pavor a los escenarios.

"Es por épocas", le decía a Àngels Barceló en los micrófonos de 'Hoy por Hoy', antes de reconocer que "ahora me siento menos preparado que nunca". Aunque no tiene claro de dónde viene ese miedo, Leiva es consciente de que el nivel de responsabilidad con su público es mayor que nunca. "Soy más consciente de lo que implica que la gente pague por verte y que la gente te siga desde hace mucho tiempo", añadía.

"Me hace muy feliz"

El artista tiene la esperanza de que cuando arranque la gira y no le quede más remedio que empezar a tocar, vuelva a sentirse cómodo ante una audiencia tan grande. "Pienso que no voy a saber manejarme en un escenario otra vez. No hay manera de trabajarlo, se hace empezando y habituándote a ese manicomio que es salir delante de miles de personas y empezar a normalizarlo", explicaba, aunque insistiendo que tocar delante de miles de personas, "nunca se normaliza, es muy extraordinario".

De hecho, Leiva confiesa que nunca consigue mantener momentos encima de los escenarios porque su cerebro no es capaz de procesarlo. El cantante madrileño tarda casi una media hora, o lo que es lo mismo, las primeras ocho canciones del concierto, para sentirse más tranquilo. "Hasta ahí estoy salvando los muebles", bromeaba, a lo que Barceló le decía que "tú estás deseando que te pidan bises porque ahí sí estás disfrutando". Antes disfrutaba más de la música, cuando "no había un fin y era puro recreo".

Al final, con el éxito, viene la presión de mantener un ritmo y una cantidad de ingresos, haciendo que lo que en un inicio era pura pasión, se convierta en un negocio. Esto es particularmente peliagudo para Leiva porque, en su caso, muchos amigos y familiares le acompañan, provocando que "las decisiones sean diferentes, implican familia y dineros". Para ejemplificarlo, el artista le ha contado a Àngels Barceló algo que amaba, pero que ha tenido que dejar de hacer para no poner en juego su carrera musical.

"No juego en un equipo de fútbol. Es algo que he hecho toda mi vida", decía en los micrófonos de la SER, porque "me rompo una rodilla y la lío parda". Tener que parar su gira de conciertos supondría una gran pérdida tanto para él como para los que le acompañan, por lo que ha tenido que "renunciar a algo que genuinamente me hace muy feliz". Con esta revelación, la directora de 'Hoy por Hoy' le recordaba que no se acerque mucho al borde del escenario en sus conciertos, en un guiño al accidente que sufrió Mario Vaquerizo recientemente.