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Sergio Bang y el año en el que ardieron decenas de librerías en España: "En 1975 no acabó la dictadura y empezó la transición, lo que vino fue muy duro"

El librero debuta en la novela con 'Venimos del fuego', una historia basada en hechos reales, en las decenas de librerías que fueron vandalizadas durante los últimos días del franquismo y lo que vino después

Sergio Bang: "En 1975 no acabó la dictadura y empezó la transición, eso es triunfalismo, lo que vino fue muy duro"

Sergio Bang: "En 1975 no acabó la dictadura y empezó la transición, eso es triunfalismo, lo que vino fue muy duro"

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Sergio Bang es librero y gestor cultural, nació en Madrid en 1976, un año después del año al que nos traslada en su novela, Venimos del fuego. 1975 fue decretado Año Internacional de la Mujer por la ONU. A lo largo de las páginas, el escritor recuerda que podíamos escuchar a Manolo Escobar entonando Y viva España en la radio, a José Luis Perales Y te vas, a Mocedades Secretaria o a los Carpenters Close to you. En el cine echaban El coloso en llamas, entre otras. En el teatro Los chicos de la banda. También había teatro en televisión, qué años aquellos de Estudio 1. En 1975 proyectaron la obra Curva peligrosa, con Jaime Blanch y Concha Cuetos.

1975 era el año en el que Plaza & Janés lucía sus novedades literarias en las librerías, como El Exorcista y El Padrino. Con esta editorial debuta Sergio en la novela. En Venimos del fuego recoge "un caleidoscopio: el rojo furioso del fuego, el naranja de las llamas, el azul de las sirenas policiales y el negro del asfalto, cubierto de pasquines que mostraban los rostros de unos hombres que serían fusilados al amanecer", leemos. La agitación en toda España, y muy especialmente en Madrid, se había multiplicado tras la condena a muerte por terrorismo a tres estudiantes: José Humberto Baena, Ramón García Sanz y José Luis Sánchez Bravo. La noticia de su inminente ejecución, escribe Bang, se unía a la de Jon Paredes "Txiki" y Ángel Otaegui, condenados a sendos fusilamientos en Barcelona y Burgos. Las calles estaban llenas de carteles y panfletos, y la gente se manifestaba, a pesar del miedo, para librarlos del fusilamiento por una cadena perpetua. Incluso en los últimos meses, entre los altercados y algaradas, uno de los más comunes había sido atacar las librerías. No solo la Machado, la de Sevilla y la de Madrid, con las que se cebaban casi todos los meses en los cristales de sus escaparates, sino también con las más modestas, si se les ocurría mostrar algún libro un poco más político o una portada más irreverente.

Francisco Franco, junto a su mujer, Carmen Polo, el príncipe Juan Carlos y la princesa Sofía, durante su último discurso público, el 1 de octubre de 1975 en la Plaza de Oriente

Francisco Franco, junto a su mujer, Carmen Polo, el príncipe Juan Carlos y la princesa Sofía, durante su último discurso público, el 1 de octubre de 1975 en la Plaza de Oriente / Jacques Pavlovsky

Francisco Franco, junto a su mujer, Carmen Polo, el príncipe Juan Carlos y la princesa Sofía, durante su último discurso público, el 1 de octubre de 1975 en la Plaza de Oriente

Francisco Franco, junto a su mujer, Carmen Polo, el príncipe Juan Carlos y la princesa Sofía, durante su último discurso público, el 1 de octubre de 1975 en la Plaza de Oriente / Jacques Pavlovsky

Este es el contexto al que nos traslada Sergio, los hechos reales que él ha ficcionado. La idea nace de la propia editorial, confiesa, que llevaba mucho tiempo proponiéndole hacer algo, porque conocen sus colaboraciones en medios culturales. "Yo, como librero, conocía un poco la historia de los ataques a las librerías en general, durante toda la dictadura, pero es verdad que en el año 1975, cuando se desarrolla la novela, es el año estrella de ataques a librerías. Hay 45 documentados, porque luego hay muchos que no están documentados, porque la gente no se atrevía a denunciar o porque no valía para nada".

Venimos del fuego comienza el viernes 26 de septiembre de ese año con las llamas devorando con ferocidad la librería que había sido el refugio de Alma durante tantos años. Refugio es una palabra repetida, en diferentes contextos, a lo largo de las páginas. Alma es la protagonista de esta historia muy coral, una librera a la que le vandalizan su librería, se la queman. "Se habla mucho de esa época, pero desde un lado triunfalista, por decirlo de alguna manera. El año 75 acaba la dictadura, empieza la transición... bueno, pues no. La realidad es que fue muy muy, muy duro todo. Antes de que acabara la dictadura y todo lo que sucedió después, claro", explica Bang. El escritor recoge los últimos días de Franco, los que estuvo ingresado y los posteriores a la muerte del dictador.

Carlos Arias Navarro visita al general Franco durante su convalecencia en el hospital de La Paz en Madrid en 1975.

Carlos Arias Navarro visita al general Franco durante su convalecencia en el hospital de La Paz en Madrid en 1975. / Dutch National Archives, The Hague, Fotocollectie Algemeen Nederlands Persbureau (ANEFO)

Carlos Arias Navarro visita al general Franco durante su convalecencia en el hospital de La Paz en Madrid en 1975.

Carlos Arias Navarro visita al general Franco durante su convalecencia en el hospital de La Paz en Madrid en 1975. / Dutch National Archives, The Hague, Fotocollectie Algemeen Nederlands Persbureau (ANEFO)

Junto a Alma, otros dos protagonistas: su amigo Mario, periodista que viene de Francia, como corresponsal, a cubrir esos últimos días de Franco; y Fernando Sánchez, Nando para los amigos, una persona esencial en la vida de Mario y Alma. Tres personajes queer víctimas, como tantos y tantas, de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social. "Me interesaba que fueran LGTBIQ+ porque yo lo soy, pero también porque me apetecía hacer un homenaje a todas esas personas que nos han abierto camino. Porque nosotros estamos aquí, ahora mismo hablando con total de libertad, porque hubo mucha gente que se dejó el cuerpo y la vida. En España, afortunadamente, hemos avanzado, no sabemos cuánto tiempo nos durará, pero hay muchos países en los que no". El 89% de las personas trans muere víctima de la violencia, según un estudio de la Plataforma Trans.

Los libros prohibidos eran menos prohibidos porque Fraga, el ministro aperturista, había logrado que la autocensura funcionase mucho mejor que la censura, seguimos leyendo en Venimos del fuego. "A nadie se les escapaba que la ley de prensa e imprenta había sido diseñada para dar apariencia de libertad, pero en realidad las restricciones eran tan ambiguas que permitían al gobierno controlar cualquier publicación". Esto es lo que provoca también que algunos exaltados ataquen las librerías, porque eran "un contenedor de ideas y conocimientos, que para muchos era peligroso. Un lugar donde la mente podía alzarse por encima de la tiranía de la ignorancia con el pensamiento crítico que proporcionaban. Por eso, los libros también ardían siglo tras siglo en otras hogueras, las literales y las figuradas de la censura. Ideas que tenían que ser silenciadas Para que no llenase cerebros de progreso y libertad".

"Las librerías son mucho más que una tienda de libros y eso quería remarcarlo en la novela. Son lugares de encuentro, lugares de discusión y de pensamiento crítico al más alto nivel. Es verdad que durante el franquismo había librerías de todo tipo, pero bueno, las de mis protagonistas son... de las buenas", añade y reímos. "Sólo por existir, con una librería ya te estás posicionando, estás haciendo una acción cultural e incluso política, porque todo es política en esta vida. Y claro, tener una librería más todavía, porque eliges unos libros determinados, eliges unos autores, hay temas que no tratas, hay autores que decides dejarlos para otras librerías que tengan más que ver con ellos o y con ellas...", cuenta el librero de Grant Librería en Lavapiés.

Con Sergio Bang, que tiene una risa contagiosa y un encanto embriagador, hemos conversado también de todos esos autores y autoras que le han marcado personalmente y a los que cita en el libro, dentro de la historia, en las citas que recoge previamente o en los agradecimientos finales. Terenci Moix, Roberta Marrero, Alana S. Portero o tantas escritoras hispanoamericanas, como Nellie Campobello, Elena Garro, Marta Brunet, Marta Lynch, o Silvina Ocampo, que cita en el libro y que Alma albergaba en su librería. Al igual que La mala costumbre, de Alana, Venimos del fuego es también una carta de amor a Madrid. "Es mi ciudad, es donde he nacido. Yo soy muy feliz en Madrid y me apetecía mucho representarla. Muchas calles y muchas zonas del Madrid del 75 son casi una representación del personaje, del sentimiento de los personajes. Por ejemplo, Alma vive frente al scalextric de Atocha. Atocha está aislada del mundo, está rodeada del mundo, pero está aislada del mundo. Es ese tipo de Madrid que te define, que te puede definir en cualquier momento cuando lo necesitas. Al margen de los momentos culmen de la novela, históricos, que sucedieron realmente en los lugares en los que están narrados en la novela", cuenta.

Cubierta de 'Venimos del fuego', de Sergio Bang

Cubierta de 'Venimos del fuego', de Sergio Bang / Plaza y Janés

Cubierta de 'Venimos del fuego', de Sergio Bang

Cubierta de 'Venimos del fuego', de Sergio Bang / Plaza y Janés

Entre esos lugares frecuentados en Venimos del fuego, desgraciadamente, uno donde los españoles seguimos comiendo uvas, sin pensar en los torturados que se encontraban allí dentro, en el edificio del reloj, donde estaba la Dirección General de Seguridad. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se niega a que una placa recuerde la Casa de Correos como lugar de memoria. Siempre nos quedarán la literatura y el arte, "dos formas de recordar, de preservar lo que el tiempo se empeñaba en borrar. Dos formas de asomarse a la memoria colectiva, a las vidas de aquellas personas que nos precedieron con los mismos miedos e inquietudes que tenemos ahora, y a las ideas que nos dejaron cuando todo lo demás ya había desaparecido", escribe Sergio Bang, que además dirige la Swinton Gallery, una galería de arte centrada en nuevas formas de expresión artística. De ello hemos hablado también con el autor de esta maravillosa novela que nos ha conmovido. Lean, frente al olvido y la ignorancia a los que nos quieren someter algunos que parecen sacados de las películas de Bond, esos villanos que parecían imposibles y que ahí están, gobernando, gobernándonos.

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