Séneca: el sabio estoico del Imperio Romano
Uno de los pensadores más cultos e influyentes de la filosofía estoica, nació en Córdoba, capital de la Bética, en el año 4 a.C., en una familia acomodada y se llamaba Lucio Anneo Séneca

Bajo la atenta mirada de Séneca
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Su padre, Séneca el Viejo, era un reconocido orador y escritor, lo que dio al joven Lucio un entorno favorable para el estudio, porque desde joven fue enviado a Roma para aprender y formarse en retórica, filosofía, leyes y lo que surgiera. Vivió tiempos convulsos: el auge y caída de varios emperadores, traiciones palaciegas, exilios y conspiraciones. Sin embargo, en medio de esa turbulencia, supo cultivar una filosofía de vida basada en el autocontrol, la serenidad, la razón y la virtud. Nada fácil en aquellos tiempos.
A pesar de ser un estoico —una corriente filosófica que defendía la austeridad, el dominio de las pasiones y la aceptación del destino— Séneca vivió rodeado de riqueza y poder, lo que le generó algunas envidias y críticas. Como gran orador, se podría decir que era un influencer de la época, tuvo sus problemas con Calígula, con Claudio y su mujer Mesalina, que le condenaron a muerte y logró evadirse la pena capital. Llegó a ser tutor, pretor, senador y consejero político del emperador Nerón y su madre Agripina.
Fue ese el mejor periodo de gobierno de Nerón, precisamente en el que no gobernaba. Séneca promovió una serie de leyes que aligeraron la presión fiscal, disminuyeron la corrupción y mejoraron el trato a los esclavos, pero al final su relación con Nerón acabaría deteriorándose hasta acabar en tragedia. Cuando Nerón se volvió tiránico, Séneca pidió retirarse de la vida pública para dedicarse a viajar y a escribir. Años después, acusado de formar parte de la conspiración de Pisón contra el emperador, fue obligado a suicidarse en el año 65. Lo hizo con resignación, serenidad, fiel a sus principios, convirtiéndose en ejemplo del sabio que muere como ha vivido: con dignidad.
Más allá de su vida política, su legado es profundamente moral y filosófico. En obras como Cartas a Lucilio, o sus Discursos Sobre la brevedad de la vida o De la tranquilidad del alma, nos habla de cómo vivir bien. Para él, la felicidad no está en los placeres ni en el prestigio, sino en vivir de acuerdo con la razón y la naturaleza, aceptando lo que no podemos cambiar y actuando siempre con virtud en lo que depende de nosotros. En sus palabras resuena un consejo que sigue vigente: “No es que tengamos poco tiempo, sino que lo perdemos mucho”.
Séneca nos invita a no desperdiciar la vida en lo trivial. Llama a cultivar la templanza, a no temer a la muerte y a vivir cada día como si fuera el último. Su pensamiento es una guía práctica para vivir con plenitud y propósito, incluso en medio del caos.