¿Qué tan importante es la hora?

Galicia

Me pararon la tarde del apagón junto a un semáforo y cuando me preguntaron la hora, no supe qué decir. ¿La hora? ¿Cómo que la hora? ¿Qué pregunta era esa? ¡Pero si todo el mundo acarrea la hora consigo! Puesto que no llevaba teléfono, porque no había cobertura, y no uso reloj, porque me molesta, le dije que lo importante no era la hora, sino vivir. Nuestra relación con la hora ha cambiado mucho en unos pocos años. La velocidad a la que se suceden los acontecimientos, y la cantidad de cosas que hay que hacer a lo largo del día para ordenar la vida, nos impide distraernos de la hora más allá de unos pocos minutos. En todo momento somos conscientes de ella. En España, ojeamos nuestro teléfono una media de ciento cincuenta veces al día. Preguntábamos la hora cuando teníamos tiempo para distraernos de ella, y no había que hacer cosas continuamente. Y además no existían los móviles. La hora tiene algo de último gran dictador. Nos está sometiendo toda la vida, somos un juguete en sus manos. Hay algo en ella que invita a la obsesión, a tenerla absolutamente presente, a que tu suerte dependa de cada instante. Sería hermoso vivir sin necesidad de saber en qué momento del día exacto se está, que la hora fuese algo que quedase en el aire. Pero así ya no hay quien viva. Necesitas mirar el reloj continuamente, asegurarte de que tu existencia se acompasa al tiempo, porque de lo contrario el mundo te triturará como si fueses una simple milésima de segundo, es decir, una hormiga.