Habrá pelea
Todos sabíamos que ese día los alcanzaría. Solo nos equivocamos al predecir la hora de la pelea. En un mundo demasiado pequeño para los dos, lo normal era que intentasen destruirse nada más saludarse.

Galicia
A veces, para aborrecer a alguien, antes hay que pasar por el brete de tenerle aprecio, de quererlo, de hacer planes juntos. Decimos sí a la felicidad demasiado rápido, creo yo. Después, cuando el afecto salta por los aires, llegan los lamentos. Te reprochas cómo pudiste querer a una persona que ahora te da asco. Pero no importa. Siempre es así. Leopoldo María Panero admitía, cuando era tarde, que el mayor error de su vida había sido no matar a sus padres. Qué es la vida sin arrepentimientos. Algunas cosas se demoran. Pero lo importante es que lleguen, incluido el odio. ¿O no estamos contentos de que Trump y Musk al fin se lleven a matar? Todos sabíamos que ese día los alcanzaría. Solo nos equivocamos al predecir la hora de la pelea. En un mundo demasiado pequeño para los dos, lo normal era que intentasen destruirse nada más saludarse. En ocasiones la violencia es solo una forma de cortesía. A quién pretendían engañar queriendo hacer las cosas bien desde el principio. La razón se impuso. Dos fuerzas demasiado parecidas solo pueden mantener entre sí la costumbre del rencor. Mi amigo Rafa, de Campelo, muy cerca de Pontevedra, contaba que en la semana que había partido de fútbol contra el pueblo de al lado, Serafín el Fijo, al volante de su coche, se pasaba la semana previa al derbi anunciando el choque por megafonía. Con los acordes de El negro no puede de Gorgie Dann de fondo, repetía todo el tiempo la misma proclama: «El próximo domingo, en el estadio municipal de A Seca, a las cinco de la tarde, duelo de máxima rivalidad entre la Sociedad Deportiva Campelo y la Sociedad Deportiva Campañó. Habrá pelea, como de costumbre».