Los discos duros

Galicia

Quizá lo peor de ser corrupto es que, en el momento de ceder a la tentación, caes en el fanatismo de llevar nota de todo. No quieres que se te escape nada. Bueno eres tú. Registrar cada flujo, cambio, movimiento de dinero deviene en cuestión de vida o muerte. Qué tristeza, ¿no? En lugar de desentenderte de las servidumbres de la vida, de las opresiones de la vidita, te atas a tareas de gerencia y contaduría. Tendrías que volverte un bon vivant, entregado a la sensualidad y el placer, y acabas siendo un contable meticuloso, de color gris. Curiosamente, son las libretas, los pendrives, los discos duros donde el corrupto llevó nota de cada detalle, lo que acaba con él. En el fondo, es solo un suicida. Ese afán en apuntar, y no saber vivir lejos de sus notas, lo conduce a la ruina. Prefiere perder todo lo que acumuló a perder sus amados registros. Me hace pensar en Hans Frank, asesor jurídico de Hitler, y Gobernador General de la Polonia ocupada por los nazis. Fue responsable del exterminio de tres millones de personas. Al final de la guerra, durante la ofensiva soviética, ordenó que se quemasen todos los papeles que había en su residencia, excepto los 38 volúmenes de sus diarios. Les tenía cariño y se los llevó consigo. Semanas después, un teniente americano lo arrestó y lo subió a la parte de atrás de un jeep: en el asiento delantero acomodó los diarios, decisivos para condenarlo a muerte en los juicios de Núremberg. Por una misteriosa ironía, los corruptos mantienen siempre cerca las pruebas que demuestran rápidamente que lo son. Lo que lleva a otra conclusión divertidísima: son subnormales.