Eduardo Barba reflexiona sobre las especies invasoras: ¿Son todas malas?
El arbusto de las mariposas de una de las plantas que más se propagan por zonas húmedas y que están desplazando a otras especies
El arbusto de las mariposas, o budleia, es una de las plantas más llamativas y fácilmente reconocibles por sus flores moradas -aunque también pueden ser blancas o rosadas-. El arbusto, como su propio nombre indica, atrae a las mariposas como si tuviera un imán, proviene de Asia, de la zona sureste de China, allí ganó fama para decorar jardines por su periodo de floración muy largo en el tiempo, desde finales de primavera hasta mediados de otoño incluso, así como por la belleza que tienen sus flores.
Las budleias poseen, además, una fortaleza envidiable: son muy resistentes a una climatología de extremos, tanto al calor más asfixiante, así como al frío más helador; resisten también la sequía -aunque se pondrán muchísimo más bonitas si tienen agua suficiente y proliferan más en climas húmedos-.
Asimismo, no les importan los suelos pobres -aunque, de nuevo, lucirán más bellas si tienen suelos fértiles-, y a todo ello se les une un cultivo de lo más sencillo, porque no necesitan de muchos cuidados para que estén hermosas.
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El arbusto de las mariposas y la rosa de Siria
Todo ello hace que sean consideradas una especie invasora y que otras plantas autóctonas se hayan visto desplazadas por estos arbustos de las mariposas, capaces de crecer en sitios alterados como vías del tren o grietas de casas y muros.
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Pero ¿son malas todas las especies invasoras? Sobre esto reflexiona Eduardo Barba, jardinero y paisajista y colaborador de Hoy por Hoy en su sección Meterse en un jardín. Barba reconoce que en este tema "hay una disyuntiva" porque, aunque es verdad que las especies invasoras expulsan a las autóctonas, "quizás es el fruto de nuestros tiempos".
Barba pone como ejemplo que el ser humano no deja de desplazarse y echar raíces en muchos otros puntos del mundo, y que junto a él lleva animales y plantas que se instalan en otros continentes y se adaptan a la zona. "Quizás es algo que es inevitable", señala, además de admitir que se debe ser cuidadoso y que la jardinería, también por el uso de químicos y pesticidas, "muchas veces es de lo más antiecológico que hay".
