A favor y en contra a la vez
A lo mejor llevaba razón aquel señor que sostenía que lo de ‘dos y dos son cuatro’ era una excelente idea, pero de ahí a ponerla por las nubes mediaba un abismo.

Galicia
Me acordé de Homer Simpson cuando vi estos días que se podía estar en contra y al mismo tiempo a favor del aborto, o negar y afirmar el genocidio de Gaza, y que no pasase gran cosa. Fue por ese episodio en el que el personaje se subía a unos barriles de cerveza, con una jarra en la mano, y ante la muchedumbre que lo vitoreaba, brindaba diciendo «Por el alcohol, causa y solución de todos los problemas de la vida». Quizá es que tener ideas firmes y claras se está volviendo innecesario. Corres el riesgo de que los demás las conozcan y consideren que no le gusten porque no coinciden con las suyas. Todavía hoy no gustar a todo el mundo sigue traumatizando a alguna gente. En cambio, si dices que dios es bueno, y a continuación que el diablo tampoco es malo, se puede llegar a pensar que no vas desencaminado del todo. Hay gente, u organizaciones, a las que no les compensa especificar del todo qué piensan, quizás ni siquiera deseen saberlo, por si acaso. Queda todo en el aire. Se sienten más tranquilos si no dan la espalda al sentido común, pero tampoco caen en sus fauces, porque después de todo el exceso de juicio e inteligencia debe de ser una cosa terrible. A lo mejor llevaba razón aquel señor que sostenía que lo de ‘dos y dos son cuatro’ era una excelente idea, pero de ahí a ponerla por las nubes mediaba un abismo. Hay que huir de los dogmatismos, y de vez en cuando consentir que dos y dos también son cinco, porque dependerá del color del cristal con que se mire, como lo de Gaza o lo del aborto.




