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Tablillas de Maldición: la magia escrita en plomo

En los rincones oscuros de templos, pozos y tumbas del mundo griego y romano, los arqueólogos siguen encontrando finas láminas de plomo o de estaño, enrolladas sobre sí mismas, que invocan a los dioses del inframundo

El Gijón astur y romano

Láminas o tablillas que servían para pedir algo que ningún tribunal terrenal podía conceder: venganza, amor o justicia sobrenatural. Se llaman tablillas de maldición —o defixiones—, y constituyen una de las formas más fascinantes y perturbadoras de la magia antigua.

Las tablillas de maldición eran, en esencia, peticiones a las divinidades infernales para que actuaran en favor del autor: arruinar un negocio rival, frustrar a un amante infiel, paralizar la lengua de un testigo o incluso condenar a un enemigo a una lenta desgracia.

Escritas en griego o latín, se enterraban en lugares considerados puertas al inframundo: tumbas, pozos, fuentes o templos dedicados a deidades como Plutón, Proserpina, Hécate, Hermes o los dioses Manes. Un ejemplo estremecedor, hallado en Bath (Inglaterra), reza: “A la diosa Sulis: que el ladrón que robó mi capa no encuentre descanso ni sueño hasta que la devuelva o se pudra su cuerpo.”

Muchas de estas tablillas estaban acompañadas de figuras humanas perforadas con clavos (con el nombre de la víctima). No eran simples desahogos escritos: los autores seguían rituales mágicos precisos, basados en la magia por simpatía o la magia por contagio. En la Península Ibérica destacan los hallazgos de Baleo Claudia (Tarifa, Cádiz) dirigida a Isis Muromen para que castigue a quien le ha robado “una manta de cama blanca, un cobertor nuevo, dos colchas para mi propio uso; te ruego ¡oh soberana mía! Que castigues este robo".

También en Empúries (Girona) y en Mérida (Augusta Emerita). Una de las más conocidas, hallada en el Anfiteatro Romano, maldice a un auriga rival: “Así como este plomo es frío e inútil, así sean fríos e inútiles los miembros del auriga Victoricus cuando corra en el circo.”

Algunas son de una crudeza directa; otras, verdaderas obras de literatura mágica. Los investigadores las estudian no solo por su contenido supersticioso, sino por lo que revelan de la vida cotidiana, la psicología y los conflictos sociales de la antigüedad.

Pese a su carga siniestra, las tablillas de maldición también representan una forma de comunicación con lo invisible. Por eso, los especialistas las ven como un testimonio de cómo el ser humano, en cualquier época, busca influir en lo incontrolable: el destino, el amor, la justicia o la muerte. En resumen, las tablillas de maldición eran el arte de odiar con dedicación.