Una nutricionista explica por qué nos encanta comer comida basura después de una noche de fiesta
María Merino explica qué hay detrás de esta tendencia común

Una nutricionista explica por qué nos encanta comer comida basura tras una noche de fiesta
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Madrid
Seguro que en más de una ocasión te has levantado de la cama tras una noche de fiesta con unas ganas terribles de comer comida basura. Desde una pizza familiar tan grande como una plazoleta hasta una hamburguesa con triple de queso para recuperarte de la resaca. ¿Alguna vez te habías preguntado por qué nos pasa eso? Para responder a esta pregunta hemos invitado a la nutricionista María Merino, quien nos ha hablado acerca de este y muchos otros hábitos relacionados con nuestro apetito. Porque sí que es verdad que nos apetece un buen kebab a altas horas de la mañana, pero no tanto un poco de brócoli o unas acelgas, lo que resulta bastante curioso.
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Y la nutricionista ha reconocido que es algo completamente normal. Principalmente porque el alcohol deshidrata y nos altera la glucemia, lo que provoca que nuestras ganas de comer comida basura aumenten considerablemente las horas posteriores a la ingesta del alcohol. Pero María Merino nos cuenta que también tiene que ver tanto con la serotonina como con la dopamina, que en esta ocasión se ven disminuidas después de estar toda la noche de fiesta: "Entonces, el cuerpo lo que busca es carbohidratos rápidos, grasa y sal, tanto para restablecer la energía y los electrolitos como para activar nuestro sistema de recompensa".
La recompensa de la comida basura
¿Y por qué nos apetece una pizza y no unas coles de bruselas? Porque la comida basura nos da placer y nos calma. Especialmente si no nos encontramos del todo bien como consecuencia de la resaca: "Si tengo resaca y estoy con dolor de cabeza, me encuentro mal, ¿no? Al final, la comida es reconfortante. Nos da placer, nos da calma y nos da tranquilidad. Por eso, entre que estamos medio deshidratados, que tenemos la serotonina y la dopamina un poco alteradas y que estamos en ese punto de me encuentro fatal, quiero placer, acabamos yendo al hidrato".

Por lo tanto, no comemos un buen plato de espinacas porque no es lo más apetecible del mundo a nivel emocional: "Normalmente, las apetencias van más guiadas por una cuestión emocional. Entonces, si no hay una cuestión biológica u hormonal como puede ser la regla, el embarazo u otras circunstancias, las apetencias están muy marcadas por el estado emocional que tiene la persona en el momento. Por lo tanto, volvemos otra vez a lo mismo: lo que a mí me reconforta, lo que me activa el sistema de recompensa, lo que me pone momentáneamente feliz, es todo aquello que es más palatable".
Un kebab completo de madrugada
¿Y cuáles son los estos productos más palatables? En declaraciones a El Faro de la Cadena SER, la nutricionista nos explica que los ejemplos tradicionales de la comida basura reúnen todas estas condiciones para que un plato nos entre por los ojos: "Pues todo lo que es rico en grasa que funde en boca. También todo lo que es dulce o todo que tiene ese potenciador del sabor que puede ser la sal. Entonces todo ese tipo de productos es los que nos suelen apetecer por una cuestión más emocional".
De ahí que cada vez que volvamos de fiesta prefiramos comernos un buen kebab antes que algo que podría ser mucho más sano y beneficioso para nuestro organismo.

David Justo
(Astrabudua, 1991) Periodista especializado en tecnología que aborda la vida digital desde otro punto...




